martes, 30 de abril de 2013

Chiste

- Mamá, mamá, llévame al circo.
- No, hijo, si quieren verte que vengan a casa.

domingo, 28 de abril de 2013

IMAGINATE

IMAGINATE
Fredric Brown

Imagínate espectros, dioses y demonios.
Imagínate infiernos y cielos, ciudades flotando en el cielo y ciudades hundidas en el mar.
Unicornios y centauros. Brujas, hechiceros, genios y fantasmas.
Ángeles y arpías. Hechizos y sortilegios. Elementales, espíritus familiares, demonios.
Es fácil imaginarse todas estas cosas: la humanidad se las ha imaginado durante miles de años.
Imagínate naves espaciales en el futuro.
Es fácil imaginárselo; el futuro se aproxima realmente y habrá naves espaciales en él.
Así pues, ¿existe algo que sea difícil de imaginar?
Claro que sí.
Imagínate un trozo de materia y a ti mismo dentro de ella, consciente, pensando, y por lo tanto sabiendo que existes, capaz de mover ese trozo de materia en cuyo interior te hallas, de hacerla dormir o despertarse, amar o subir una colina. 
Imagínate un universo - infinito o no, como tú desees representártelo -, con un billón, billón, billón de soles en él.
Imagínate un grumo de barro girando locamente en torno a uno de esos soles.
Imagínate a ti mismo, en pie sobre ese grumo de barro, girando con él, girando por el tiempo y el espacio hacia un destino desconocido.
¡Imagínate!

FIN

domingo, 21 de abril de 2013

¿De qué libro se trata?

En el lejano planeta Solaria acaba de cometerse, por primera vez desde hace doscientos años, un asesinato. Los solarianos son colonos con una civilización basada en el trabajo de los robots, y han desarrollado toda una serie de extrañas supersticiones y fobias. El famoso detective terrestre Elías Baley es comisionado por su gobierno para investigar el asesinato, que tiene connotaciones políticas. Pero también Baley tiene sus manías, y desde el mismo instante de su llegada a Solaria, la investigación se convierte en una prueba durísima para sus nervios bajo el resplandor despiadado...

domingo, 14 de abril de 2013

A la sombra de un granado

Tariq Ali
Una novela de la España musulmana

PRÓLOGO

Los cinco caballeros cristianos convocados a los aposentos de Jiménez de Cisneros no recibieron con alegría la llamada nocturna. Su reacción no se debía a que estuvieran pasando el invierno más frío que recordaban. Eran veteranos de la Reconquista y las tropas que mandaban habían entrado triunfalmente en Gharnata siete años antes, ocupando la ciudad en representación de Fernando e Isabel.

Ninguno de los cinco hombres pertenecía a la región. El mayor era hijo ilegítimo de un fraile De Toledo; los demás eran castellanos y estaban ansiosos por regresar a su tierra. Aunque eran todos buenos católicos, no les gustaba que nadie diera por sentada su lealtad, ni siquiera el propio confesor de la reina. Sabían que este último se había
hecho trasladar desde Toledo, donde era arzobispo de la ciudad conquistada. Nadie ignoraba que Cisneros era un instrumento de la reina Isabel y que su poder iba más allá de las materias del espíritu. Los caballeros sabían perfectamente cómo reaccionaría la corte si desafiaban su autoridad.

Los cinco hombres, envueltos en capas, pero todavía temblorosos de frío, fueron conducidos a la alcoba de Cisneros. Sorprendidos por la austeridad del mobiliario, intercambiaron miradas de asombro. Parecía inaudito que un príncipe dela Iglesia se alojara en unos aposentos más apropiados para un monje fanático; no estaban acostumbrados a ver prelados que vivieran de acuerdo con sus prédicas. Cisneros alzó la vista y sonrió. La voz que les dio las instrucciones no tenía visos de autoritarismo y los caballeros se sorprendieron. El hombre de Toledo se dirigió a sus compañeros con un susurro audible:

-Isabel ha entregado las llaves del palomar a un gato.

Cisneros prefirió ignorar aquel alarde de insolencia, y se limitó a alzar el tono de voz:

-Quiero aclarar que no estoy interesado en cumplir ninguna venganza personal. Les hablo con el poder que me confieren la Iglesia y la corona.


domingo, 7 de abril de 2013

¿Sabes de donde es este fragmento?

Berni salió de la habitación de la Comida e inmediatamente apareció con el mismo vestido con que la habían sepultado. Estuvo comiendo un rato, saboreando todas las delicias de las cuales se había privado en la Tierra para conservar su delgadez; pero ahora estaba de pie en el vestíbulo, y pensaba. Pauline emergió de la bruma. 
-¿Aún no estuvo en la habitación de la Fantasía? 
Berni abrió muy grandes los ojos. 
-¿Qué clase de fantasía? 
-La que usted desee. 
Berni se irguió. 
-¿Caballeros medievales? ¿Dragones? 
-De todo.