jueves, 31 de enero de 2019

Inicio de Terror en el espacio

Terror en el espacio
Leigh Brackett

Lundy conducía con sus propias manos el convertible aero-espacial. Lo había estado haciendo durante mucho tiempo. Tanto tiempo, que la mitad inferior de su cuerpo estaba dormida e insensible hasta las puntas de los pies y la mitad superior aun mas insensible, con excepción de dos dolores separados peores que los que produce un flemón: uno alojado en su espalda y el otro en la cabeza.
Los jirones de nubes desgarradas y arrancadas de la espesa atmósfera venusiana color gris perla, pasaban rápidamente junto a la veloz aeronave. Los reactores palpitaban y zumbaban, mientras los instrumentos se movían desordenadamente bajo el influjo de las corrientes magnéticas que hacen de la atmósfera venusiana la pesadilla de los pilotos.
Jackie Smith seguía frío y envarado en el asiento del copiloto. A través de la portezuela cerrada que tenía a sus espaldas y que comunicaba con la minúscula cabina interior, Lundy oía gritar y debatirse a Farrell.
Hacía rato que gritaba. Desde que la inyección de avertina que le puso Lundy cuando lo subieron a bordo dejó de surtir efecto. Se debatía chillando e intentando librarse de las correas, profiriendo roncas exclamaciones que nada significaban.
Luchaba y se debatía a causa de aquello.

miércoles, 30 de enero de 2019

Inicio de Los Elegidos

Marianne Curley
Los Elegidos

Ella tiene una melena negra y abundante, llena de rizos que se mecen sobre los hombros. Tiene los ojos de un color azul mus intenso que los de él, que sabe que es una niña muy guapa. Es la favorita de sus padres, pero a él no le importa. Se llama Sera, y aunque sólo tiene diez años, es el alma que da fuerzas a su vida.
—¡Venga! —Sera se vuelve para meter prisa a su hermano—. Va a florecer por primera vez. ¡No me lo puedo perder!
El chico corre tanto como se lo permiten sus cortas piernas.
—¿Qué va a florecer?
—La flor, idiota. La que he estado esperando todo este tiempo. ¡El lirio negro gigante!
Él se detiene en seco y da una patada al suelo con el pie izquierdo.
—No me llames idiota.
Sera se gira. Abre los ojos de par en par de lo impaciente que está.
—No lo decía en serio. ¡Venga, vamos!
El la sigue y le pregunta con inocencia infantil:
—¿Cómo sabes que va a florecer?
Sera se detiene lo bastante como para lanzar a su hermano una mirada de exasperación.
—He observado cómo se ha ido formando el capullo durante los últimos tres meses. Hoy es el primer día del equinoccio de primavera. ¿Es que no sabes nada?

martes, 29 de enero de 2019

Nota del autor de Los años perdidos de Merlín

Los años perdidos de Merlín
T. A. Barron

No sé mucho sobre magos, pero una cosa he aprendido: están llenos de sorpresas. Cuando terminé de escribir The Merlin Effect, una novela que sigue una única línea de las leyendas artúricas desde los tiempos de los antiguos druidas hasta casi los albores del siglo XXI, me di cuenta de que la historia me había cautivado de tal modo que ya no podía escapar. Cuanto más la seguía, más enmarañada se tornaba. Cuanto más procuraba desentrañarla, más me enredaba ella.
La línea era el propio Merlín. Es un personaje misterioso y fascinador, el mago que vive el tiempo hacia atrás, que osa desafiar incluso a la Triple Muerte y que busca el Santo Grial mientras conversa con los espíritus de los ríos y de los árboles. Tuve que admitir que deseaba conocerlo mejor.
Los estudiosos modernos han argumentado que el mito de Merlín quizá se basó en un personaje histórico real, un profeta druídico que vivió en Gales en el siglo VI después de Jesucristo. Pero eso deben discutirlo los historiadores. Pues tanto si Merlín fue real en términos históricos como si no lo fue, sin duda existe en la imaginación. Allí ha vivido largo tiempo, y allí sigue residiendo. Incluso acepta visitas, de vez en cuando. Y como yo quería escribir una obra de ficción, no histórica, encontré las puertas de Merlín abiertas de par en par.

lunes, 28 de enero de 2019

¿Conoces la procedencia de este fragmento?

Después, se dijo que Berni era el cadáver mejor vestido que cualquiera de ellas hubiese visto en varias décadas. No era que muchas reconociesen que habían vivido más allá de un par de décadas, ya decir verdad, en vista de las maravillas de la cirugía plástica, ninguna necesitaba ventilar el número exacto de sus años. Desfilaron frente al costoso ataúd y contemplaron con admiración a Berni. No había una sola arruga en su cara. Cada hoyo, cada pliegue, incluso algunos de los poros habían sido rellenados con colágeno. Los pechos estaban repletos de silicona, e incluso en la muerte aparecían firmes y erguidos. Los cabellos tratados con tintas muy caras, las pestañas teñidas de manera permanente, las uñas manicuradas, la cintura con un ancho juvenil de cincuenta y siete centímetros, el cuerpo ataviado con un vestido de seis mil dólares; en la muerte tenía tan buen aspecto como lo había tenido en vida.

domingo, 27 de enero de 2019

Inicio de SOBRE EL MAR, BAJO LA TIERRA

Susan Cooper
SOBRE EL MAR, BAJO LA TIERRA

–¿Dónde está?
Después de bajar del tren, Barney se puso a saltar y en vano miraba la multitud de rostros pálidos que se agolpaban, impacientes, junto a la barrera de St. Austell.
–No le veo. ¿Está ahí?
–Claro que está ahí –dijo Simon, haciendo esfuerzos para sujetar el largo macuto de lona con las cañas de pescar de su padre–. Dijo que vendría a recogernos. Con un coche.
Detrás de ellos, la gran locomotora de diesel silbó como un búho gigantesco y el tren se puso en marcha.
–Quedaos donde estáis –dijo su padre, desde una barricada de maletas–. Merry no desaparecerá. Dejad que se disperse la multitud.
Jane aspiró con expresión extasiada. 
–¡Huelo el mar!
–Estamos a kilómetros del mar –dijo Simon con aire de superioridad.
–No me importa. Yo lo huelo.
–Trewissick está a ocho kilómetros de St. Austell, según dijo el tío abuelo Merry.
–¡Oh!, ¿dónde está? –Barney seguía dando saltitos, impaciente, en el anodino andén lleno de polvo, viendo alejarse las espaldas que le impedían ver. De pronto se quedó inmóvil, con la mirada fija hacia abajo.
–¡Eh!, mirad.
Los niños miraron. Era una gran maleta negra colocada en medio del bosque de piernas en movimiento.

sábado, 26 de enero de 2019

Inicio de YO, YO Y SIEMPRE YO

YO, YO Y SIEMPRE YO

—¿No valdría más que dejase de leer por un momento ese tebeo para prestarme un poco de atención y escuchar lo que tengo que decirle antes de que emprenda la mayor de las aventuras realizadas por el hombre? En resumidas cuentas, es su propia cabeza de chorlito la que va usted a arriesgar.
      
El profesor Ruddle demostró su disgusto de modo inconfundible, congestionándose hasta la raíz de sus blancos y sedosos cabellos. McCarthy empujó con la lengua el tabaco que mascaba hacia un lado de la boca y frunció los labios. Luego contempló con ojos soñadores a un lavabo esmaltado que se encontraba casi a cinco metros de la enorme maraña cuadrada de alambre y cristal en la que había estado trabajando el profesor. Súbitamente, surgió un largo chorro pardusco de su boca que chocó contra el grifo de latón con un curioso chasquido. El profesor pegó un brinco. McCarthy sonrió.

—No me llame usted Cabeza de Chorlito —protestó—. sino McCarthy Cabeza de Pato. Conocido y respetado en todas las cárceles de los Estados Unidos, incluidas las de Carolina del Norte, donde ahora tengo el gusto de encontrarme. «McCarthy Cabeza de Pato, diez días por vagancia», es lo que suelen decir, o «McCarthy Cabeza de Pato, veinte días por borrachera y escándalo público». Pero nunca me han llamado Cabeza de Chorlito. —Hizo una pausa, suspiró, y alcanzó de nuevo con su infalible puntería al grifo—. Mire, amigo, lo único que yo quería era una taza de café y algo para desayunar. Eso de la máquina del tiempo no me interesa.
      
—¿No significa nada para usted pensar que pronto se hallará a ciento diez millones de años en el pasado, un pasado en el que aún no existían antecesores reconocidos del hombre?
     
—¡Qué va! No significa absolutamente nada para mí.
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viernes, 25 de enero de 2019

¿Conoces la procedencia de este texto?

A las ocho de la mañana Freiherr Hugo Reiss, el cónsul del Reich en San Francisco, salió de su Mercedes Benz 224 E y subió apresuradamente los escalones del consulado, seguido por dos jóvenes empleados del Ministerio de Relaciones Exteriores, Los subordinados de Reiss ya habían abierto la puerta, y el cónsul entró saludando con la mano levantada a las dos muchachas recepcionistas, al vicecónsul Herr Frank, y luego, en la oficina, al secretario Herr Pferdehuf.
- Freiherr - dijo Pferdehuf -, acaba de llegar de Berlín un radiograma en código. Prioridad uno.
Esto significaba que el mensaje era urgente.
- Gracias - dijo Reiss, sacándose el abrigo y dándoselo a Pferdehuf.
- Hace diez minutos llamó Herr Kreuz vom Meere. Quiere que lo llame.
- Gracias - dijo Reiss.
Se sentó a la mesita junto a la ventana, sacó la tapa de la fuente del desayuno, vio en un plato unos huevos revueltos, se sirvió café de la cafetera de plata, y desplegó el periódico de la mañana.
El hombre que lo había llamado, Kreuz vom Meere, era jefe del Sicherheitsdienst en el área del Pacífico; tenía sus oficinas bajo un nombre falso, en la terminal aérea. Las relaciones entre Reiss y Kreuz vom Meere no eran fáciles. Las respectivas jurisdicciones se superponían en innumerables asuntos; una política deliberada, sin duda, de las autoridades de Berlín. Reiss tenía un cargo honorario en las SS, el rango de mayor, y esto lo convertía técnicamente en el subordinado de Kreuz vom Meere. El cargo le había sido encomendado hacía varios años, y ya en aquel tiempo Reiss había descubierto el propósito del nombramiento. Pero no podía hacer nada. Sin embargo, el problema lo irritaba todavía.
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jueves, 24 de enero de 2019

¿Conoces la obra?

Hacía un día estupendo.

Como todos los anteriores. Habían pasado bastantes más de siete hasta entonces y la lluvia no se había inventado aún. Pero las nubes que acechaban al este del Edén insinuaban que la primera tormenta estaba de camino, y que menuda iba a ser.

El ángel de la Puerta del Este se cubrió la cabeza con las alas para protegerse de las primeras gotas.

-Perdón -se disculpó amablemente-. ¿Qué decías?

-Decía que uno cayó con todo el equipo -contestó la serpiente.

-Ah, sí -dijo el ángel, que se llamaba Azirafel.

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miércoles, 23 de enero de 2019

Averigua la procedencia de este fragmento

La reunión duró todo el día. 
Al atardecer, mientras caminaban por el corredor hacia el comedor, Paul se le puso al lado. John Eliot y Mander estaban pocos metros más adelante; Mary y Colin, pocos pasos atrás. Paul dijo: 
—Quiero hablar contigo. 
Ella miró fijamente hacia adelante, tratando de no reconocerlo. Cada mesa estaba puesta para cuatro, Julia se dirigió hacia la que había utilizado durante el almuerzo. Paul la siguió y se sentó a la misma mesa. John Eliot vio esto y se les acerco. 
—Espero que ustedes dos tengan mucho en común —dijo, sonriéndole a Julia. 
—Antiguos días estudiantiles —dijo Paul—. ¿En qué año rindió los exámenes finales, señorita Stretton? 
Cuando Eliot se alejó para sentarse a otra mesa con Mander, Julia dijo suavemente: 
—Puedes dejar de fingir, Paul. Les voy a contar. 
—¿Qué? ¿Todo? No te atreverías. 
—Todo lo que tienen que saber. No soy la única que no te quiere aquí. 
—Diles lo que quieras. Como gustes. ¿Les vas a contar sobre el dinero? 
—¿Qué dinero? —preguntó Julia de inmediato. 
—Las cincuenta libras que me debes. 
—No sé qué quieres decir. —Un movimiento de la puerta atrajo su mirada y se dio vuelta, ruborizada. Era Marilyn. 
Julia le hizo un ademán para que viniera a la mesa. Julia hizo las presentaciones usuales, pero en su interior sentía un pavor familiar, profundo. Sabía cuáles eran las cincuenta libras a las que se refería Paul, pero no importaba. Por ahora.
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martes, 22 de enero de 2019

Inicio de POR FAVOR NO ME HAGAS DAÑO

POR FAVOR NO ME HAGAS DAÑO
Paul Wilson


- Tienes una casa muy bonita. 
- Es una porquería. Puedes decirlo..., no importa. ¿Seguro que no quieres una cerveza o algo?
- Encanto, todo lo que quiero eres tú. Ven y siéntate a mi lado. Aquí, en el sofá. 
- Muy bien. Pero no me harás daño, ¿verdad? 
- Vamos, querida... Tu nombre es Tammy, ¿no? 
- Tammy Johnson. Te lo he dicho al menos tres veces en el bar. 
- Eso es. Tammy. No recuerdo bien las cosas después de haber bebido unas cuantas copas. 
- Yo también bebí bastante y recuerdo tu nombre. Bob. ¿Eh? 
- Eso es, eso es. Bob. Pero ¿por qué querría nadie lastimar a una dulce joven como tú, Tammy? Ya te dije en el bar que te pareces a esa actriz de nombre raro. La de Ghost. 
- Whoopi Goldberg. 
- Oh, sí que eres graciosa. Graciosa y hermosa. No, la otra. 
- Demi Moore. 
- Sí. Demi Moore. ¿Por qué querría nadie hacer daño, a alguien que se parece a Demi Moore? Sobre todo después de que me invitaste a venir a tu casa. 
- No sé por qué. Nunca sé por qué. Pero parece que los hombres acaban siempre haciéndome daño. 
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lunes, 21 de enero de 2019

Inicio de ROBOTS QUE HE CONOCIDO

ROBOTS QUE HE CONOCIDO 

Los hombres mecánicos o, para emplear el término de Capek universalmente aceptado en la actualidad, robots, constituyen un tema al que el moderno escritor de ficción científica se dedica una y otra vez. No existe un invento no inventado, con la posible excepción de la nave espacial, que se halle tan claramente representado en las mentes de tantas personas: una forma siniestra, grande, metálica, vagamente humana, moviéndose como una máquina y hablando sin la menor emocion.
La palabra clave en la descripción es la de «siniestra», y en esto subyace una tragedia, porque ningún tema que no sea de ciencia ficción es tan bien recibido y con tanta rapidez como le ocurre al robot. Sólo una conjura de un robot parece ser la cosa más a mano para un autor medio: el hombre mecánico que demuestra ser una amenaza, la criatura que se vuelve contra su creador, el robot que se convierte en una amenaza para la Humanidad. Y casi todos los relatos de esta clase se hallan pesadamente sobrecargados, tanto explícita como implícitamente, con la enojosa moraleja de que «existen algunas cosas que la Humanidad no debería llegar jamás a saber».
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domingo, 20 de enero de 2019

Inicio de La Hechicera de Times Square

¿Sabes quien era Ellery Queen?

La Hechicera de Times Square
Ellery Queen

Si el año pasado le hubieran ustedes preguntado al Padre Bowen de la parroquia de Todas las Almas de Times Square, si aprobaba la doctrina deuteronómica de ojo por ojo diente por diente, les habría reprendido, y habría citado alguna máxima evangélica, probablemente la de volver la otra mejilla.

Pero si se hacen la pregunta ahora, lo más probable es que el Padre Boten invoque a una autoridad profana llamada Ellery Queen. 

El rebaño del Padre Bowen, al pacer por los West Forties, está plagado de ovejas, negras. Hasta el pasado año, una de sus máximas preocupaciones la constituyó una alegre dama conocida por los soplones, vendedores de periódicos, barmans, juerguistas, guardias, y demás asiduos de Broadway, como la Hechicera.

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sábado, 19 de enero de 2019

¿Reconoces este fragmento?

A lo lejos, en el río, la sirena de un barco aulló dos veces, luego dos veces más, y el sonido rebotó contra los flancos de acero de los buques hasta que no tuvo ninguna fuente ni dirección y se convirtió en un lúgubre lamento que llenó la cálida noche. Billy Chung rodó de un lado a otro sobre su apelmazado colchón, completamente desvelado después de horas enteras de permanecer tendido allí mirando fijamente a la oscuridad. 
      
Contra la pared del fondo, los gemelos respiraban roncamente en sueños. La sirena resonó otra vez, repercutiendo en sus oídos. ¿Por qué no se había limitado a agarrar lo que tenía a mano y salir corriendo del apartamento? 
      
Podía haber actuado con más rapidez. ¿Por qué tenía que haberse presentado aquel bastardo precisamente entonces? Le estaba bien empleado lo que le había pasado, por imbécil. Había sido defensa propia, ¿no? El bastardo había sido el primero en atacar. El mismo recuerdo se repitió de nuevo como un interminable rollo de película en un proyector: la llanta de hierro oscilando, la expresión en el rostro abotagado y enrojecido. La visión del hierro hundido en su cabeza y el fino reguero de sangre. Billy se retorció, moviendo su cabeza de un lado a otro, apretando sus dedos contra la húmeda piel de su pecho.
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viernes, 18 de enero de 2019

Inicio de EL GRAN INCENDIO

EL GRAN INCENDIO

La mañana en que empezó el gran incendio, nadie en la casa pudo apagarlo.
Fue la sobrina de mamá, Marianne, que vivía con nosotros mientras sus padres estaban en Europa, quien estaba toda envuelta en llamas. Así que nadie pudo romper la ventanita de la caja roja en la esquina, y apretar el botón que traería las mangueras de grandes chorros y los bomberos sombrerudos.
Marianne bajó las escaleras ardiendo como celofán, y se dejó caer con un grito o un gemido en una silla, ante la mesa del desayuno, y no comió ni siquiera para rellenar la cavidad de una muela.
Mamá y papá se apartaron. Había demasiado calor en la sala.
— Buenos días, Marianne.
— ¿Qué? -Marianne miraba a lo lejos y hablaba vagamente-. Oh, Buenos Días.
— ¿Dormiste bien anoche, Marianne?
Pero sabían que ella no había dormido. Mamá le dio a Marianne un vaso de agua y todos se preguntaron si no se le evaporaría en la mano. La abuela observó los ojos febriles de Marianne.
— Estás enferma, pero no es un microbio -dijo-. Ningún microscopio ha podido descubrirlo.
— ¿Qué? -dijo Marianne.
— El amor es padrino de la estupidez -dijo papá desinteresadamente.
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jueves, 17 de enero de 2019

Inicio de EL HOMBRE QUE AMO A UNA FAIOLI

EL HOMBRE QUE AMO A UNA FAIOLI
Roger Zelazny

Ésta es la historia de John Auden y la faioli, que nadie conoce mejor que yo. 
Escúchenla...
Sucedió una noche, cuando él estaba paseando (pues no había motivos para no pasear) por sus sitios favoritos de todo el mundo, cuando vio a la faioli, cerca del Cañón de la Muerte, sentada sobre una roca, mientras que sus alas de luz revoloteaban, revoloteaban, revoloteaban hasta desvanecerse, apareciendo entonces sentada allí una muchacha humana, vestida completamente de blanco y llorando, con largas trenzas negras enrolladas a la cintura.
Se aproximó a ella ante la cegadora luz que despedía el moribundo sol, cuando los ojos humanos no podían distinguir distancias ni calcular perspectivas adecuadamente (pero los suyos sí), y apoyando su mano derecha en el hombro de ella y la dijo unas palabras de salutación y consuelo.
Fue, sin embargo, como si él no existiera. Continuó su llanto, regando de plata sus mejillas de color de nieve o de hueso. Sus ojos almendrados miraban en la distancia, como si pudieran ver a través de él, y sus largas uñas se clavaban en la carne de sus palmas, de las que no brotaba sangre.

miércoles, 16 de enero de 2019

¿Sabes de que obra es este fragmento?

Paul dijo:

—¿No te agrada verme?
      
Todo lo que Julia había hecho desde su regreso y todo aquello sobre lo que había pensado, fue expelido de su mente en forma tan total y eficaz ante la imagen de él como fueron barridos sus recuerdos por el proyector Ridpath. Lo vio a Paul, sólo a Paul y todo lo que representaba en su pasado: la destrucción de su orgullo, de su sentido de identidad, de su autorrespeto. De la misma manera que había estado morbosamente obsesionada por él después de haberlo visto durante su último fin de semana en Londres     Paul constituía ahora alguien que, por su misma existencia, exigía y recibía la completa atención de ella.
—¿Me estás siguiendo? —dijo y al hablar así, reconoció en su propia voz el sonido de la paranoia.
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martes, 15 de enero de 2019

¿Sabes de dónde es este fragmento?

Desayunó en un café.
      
Olía como un pozo negro en una mañana particularmente calurosa, pero nadie parecía notarlo. Eran las ocho y media, y los vagabundos, pordioseros y mendigos ya habían sido desalojados de sus guaridas a esa hora. En la calle, la función proseguía. Y, a juzgar por la muchedumbre que colmaba el cafetín, compartiendo los bancos de madera, y sentada espalda con espalda junto a las largas y gastadas mesas, todo el mundo se había dado cita allí.

Cramer tomó una taza extra de caldo y echó una mirada por la ventana del negocio, pero no había ningún indicio inquietante del otro lado.

Nadie lo había seguido hasta allí. Aquellos avispados aún seguían registrando los callejones. Esperaba que con su fisgoneo se hicieran acreedores a la recompensa que merecían: una descarga de láser de algún   ciudadano iracundo. Hasta en ese sector la gente era celosa de su intimidad. Suspiró: si había tipos que se embarcaban en persecuciones con helicópteros propios, era porque seguramente sabían cómo capear cualquier dificultad que surgiera.
      
La parada siguiente fue el baño público.

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lunes, 14 de enero de 2019

Inicio de LA CASA DEL PASADO

LA CASA DEL PASADO
Algernon Blackwood

Una noche una Visión vino a mí, trayendo con ella una antigua y herrumbrosa llave. Me llevó a través de campos y senderos de dulce aroma, donde los setos ya susurraban en la oscuridad primaveral, hasta que llegamos a una inmensa y sombría casa, de ventanas conspicuas y tejado elevado, medio escondido en las 
sombras de la madrugada. Advertí que las persianas eran de un pesado negro y que la casa parecía revestida por una tranquilidad absoluta.
- Ésta - susurró ella en mi oído -, es la Casa del Pasado. Ven conmigo y recorreremos algunas de sus habitaciones y pasadizos; pero apresúrate, pues no tendré la llave por mucho tiempo y la noche ya casi se acaba. Aún así, por ventura, ¡debes recordar!
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domingo, 13 de enero de 2019

Inicio de ¡EN BLANCO!

¡
EN BLANCO!

— Es de suponer -decía August Pointdexter- que existe un sentimiento que podríamos denominar orgullo arrogante. Los griegos lo llamaban hubris y lo consideraban un desafío a los dioses, al que había de seguir siempre la Ate o retribución. -Se frotó los pálidos ojos azules con gesto inquieto.
— Muy bonito -respondió el doctor Edward Barron con impaciencia-. ¿Tiene alguna relación eso con lo que yo he dicho? -Tenía la frente alta y surcada por unas arrugas horizontales que formaban profundos cortes, cuando levantaba las cejas en expresión despectiva.
— Todas las relaciones -aseguró Pointdexter-. Construir una máquina del tiempo es en sí mismo un desafío al destino. Y usted lo empeora con esa confianza tan total que manifiesta. ¿Cómo puede estar seguro de que su máquina del tiempo actuará a través de todo el tiempo sin la posibilidad de que se produzca una paradoja?
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sábado, 12 de enero de 2019

Inicio de EL PADRE COMPLETO

EL PADRE COMPLETO
David R. Bunch

La vio, muy lejos en los campos de plástico brillantes como hielo, una silueta saltarina acercándose con pasitos cortos para mostrarle las manos de metalnuevo. 
Y en el interior de las tiras de carne sintió que una lágrima de amor intentaba aflorar, aunque en vano, pues tenía globos oculares de metalnuevo.
- ¡Mi pequeña! ¡Creciendo! - dijo.
- Como eres mi padre - dijo ella -, y es mi primera vez, mamá dijo que debía venir a mostrarte.
La niña tenía cuatro y medio. El la miró. Cuatro y medio.
- ¡Creciendo! - dijo -. ¡Mi última niñita!
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viernes, 11 de enero de 2019

Inicio de SEGREGACIONISTA

SEGREGACIONISTA

El cirujano miró a su interlocutor sin expresión en el rostro.
— ¿Está preparado?
— Decir preparado es muy relativo -contestó el médico ingeniero-. Nosotros estamos preparados. Él está nervioso.
— Siempre lo están... Bien, se trata de una operación delicada.
— Delicada o no, debería estar agradecido. Ha sido escogido entre un gran número de pacientes y, francamente, no creo...
— No digas eso -le interrumpió el cirujano-. No nos corresponde a nosotros tomar la decisión.
— La estamos aceptando. ¿Pero acaso estamos de acuerdo?
— Si -contestó el cirujano en tono crispado-. Estamos de acuerdo. Completa e incondicionalmente. Toda la operación es demasiado compleja para abordarla con reservas mentales. Este hombre ha demostrado su mérito de muchas formas y su perfil es idóneo para el Departamento de Mortalidad.
— Está bien -concedió el médico ingeniero, pero sin calmarse.
— Creo que lo veré aquí mismo -dijo el cirujano-. Es un lugar lo bastante pequeño y personal como para que no resulte violento.
— No servirá de nada. Está nervioso y ya ha tomado una decisión.
— ¿Ah, sí?
— Si. Quiere metal; siempre quieren metal. -El rostro del cirujano no cambió de expresión. Se miró las manos-. A veces se les puede hacer cambiar de opinión.
— ¿Por qué preocuparse? -dijo el médico ingeniero con indiferencia-. Si quiere 
metal, pues que sea metal.
— ¿No te importa?
— ¿Por qué debía importarme? -dijo el médico ingeniero casi con brutalidad-. En ambos casos se trata de un problema de ingeniería médica y yo soy médico ingeniero. En ambos casos, puedo llevarlo a cabo. ¿Por qué debería pararme en otras consideraciones?
— Para mí, es una cuestión de oportunidad.
— ¡Oportunidad! No puedes utilizar esto como argumento. ¿Qué le importa al paciente si es oportuno o no?
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jueves, 10 de enero de 2019

¿Sabes de dónde es este fragmento?

Hongan Os era esencialmente un hombre justo y amable. Cuando vio a un grupo de sus guerreros divirtiéndose con los cautivos laredanos, se detuvo a mirar; pero cuando ataron a tres de ellos por los tobillos entre caballos y fustigaron a estos últimos en una frenética carrera, Hongan Os decidió intervenir. Ordenó que los guerreros fuesen azotados en el acto, porque Hongan Os -Oso Loco era conocido como un jefe misericordioso. Nunca había maltratado a un caballo.

-Matar cautivos es trabajo de mujer -gruñó desdeñosamente a los flagelados culpables-. Purificaos vosotros mismos para que no llevéis la marca de la mujer y desapareced del campamento hasta la Luna Nueva, porque estáis expulsados doce días. -Y contestando sus quejidos de protesta-: Suponed que los caballos hubiesen arrastrado a uno de ellos a través del campamento. Los jefes comedores de hierba son nuestros huéspedes y se sabe que la sangre los asusta fácilmente. Especialmente la sangre de los de su propia especie. Tenedlo en cuenta.

-Pero éstos son comedores de hierba del sur -objetó un guerrero, señalando a los cautivos mutilados-. Nuestros huéspedes son comedores de hierba del este. ¿No existe un pacto entre nosotros, los hombres reales y el este para hacerles la guerra a los del sur?

-¡Si vuelves a mencionar tal cosa, se te cortará la lengua y será arrojada a los perros! -le previno Oso Loco-. Olvida que has oído tales cosas.

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miércoles, 9 de enero de 2019

Inicio de La máquina que ganó la guerra

LA MÁQUINA QUE GANÓ LA GUERRA

Faltaba mucho aún para que terminara la celebración incluso en las cámaras subterráneas de «Multivac». Se palpaba en el ambiente.
Por lo menos quedaba el aislamiento y el silencio. Era la primera vez en diez años que los técnicos no circulaban apresurados por las entrañas de la computadora gigante, que las luces tenues no parpadeaban sus extraños recorridos, que el chorro de información hacia dentro y hacia fuera se había detenido.
Claro que no seria por mucho tiempo, porque las necesidades de la paz serían apremiantes. Sin embargo, durante un día, o quizá durante una semana, «Multivac» podría celebrar el gran acontecimiento y descansar.
Lamar Swift se quitó el gorro militar que llevaba puesto y miró de arriba abajo el largo y vacío corredor principal de la inmensa computadora. Se sentó cansado sobre uno de los taburetes giratorios de los técnicos y su uniforme, con el que nunca se había encontrado cómodo, adquirió un aspecto agobiante y arrugado.
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martes, 8 de enero de 2019

Fragmento

Más Cerca De Casa
   
Jeff puso la bolsa de comida debajo de su túnica para que no le faltase comida en caso de que algo fuese mal.
Y claro que algo iba mal, porque se encontraba debajo del agua y un pequeño pez le observaba. Cuando Norby le elevó hasta la superficie, su cabeza penetró en aire respirable y sonrió.
—¡Norby! ¡El Universo está a salvo! Estarnos en el estanque de los botes del Parque Central y ahí está el edificio de nuestro apartamento!
Jeff, tras dar unas cuantas brazadas pudo tocar fondo y subirse a uno de sus lugares favoritos, unas rocas que sobresalían del agua.
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lunes, 7 de enero de 2019

Inicio de FRASES UTILES PARA EL TURISTA

FRASES UTILES PARA EL TURISTA
Joanna Russ

Locrinia: la península y sus alrededores.
Lokrina D. C.
X 437894 = H
Considerablemente semejante a la Tierra (véanse las cintas grabadas y las
transliteraciones adjuntas).
Para fisiología, ecología, religión y costumbres (véase Wu y Fabricant,
Locrinia, Información útil para el turista, Praga, 2355, Vol. 2)

EN EL HOTEL:

Esta es mi compañera. No se trata de una propina.
Voy a llamar al gerente.
Esta no puede ser mi habitación porque yo no puedo respirar amoníaco.
Me voy a sentir muy cómodo con temperaturas que oscilen entre los 200 y 303 grados.
Mozo, esta comida todavía está viva.

EN LA REUNIÓN:

¿Eso es usted?
¿Eso es usted todo entero? ¿Cuánto (que cantidad) de usted (ustedes) hay allí?
Encantado de conocer a su hermano clon.
¿Es usted tóxico?
¿Es usted comestible? Yo no soy comestible.
Los humanos no nos regeneramos.
...

domingo, 6 de enero de 2019

Inicio de EL ANDANTE-PARLANTE HOMBRE-SIN-PENA

EL ANDANTE-PARLANTE HOMBRE-SIN-PENA
David R. Bunch

Desde que había hecho las paces con los hombres de la Corte, y especialmente con FIP Z-U, los días habían bailado para mí, habían tocado música, habían pasado como sueños de crueldad...
Recuerdo que un día me sentía especialmente bien; las preocupaciones estaban todas anuladas, había un lustre en el aire, un resplandor, mientras el sol atravesaba el delgado escudo de vapor blanco de agosto y calentaba nuestros jardines laminados de plástico. Me estaba preguntando qué distracciones, qué alegrías, qué deportes estivales debía elegir para programar mi Planif. el gran cerebro que me servía, gorjeo y centelleo y parpadeo.
Pero quién sabe, tan sólo porque el día amanece hermoso, con las preocupaciones momentáneamente anuladas, un bonito lustre de sol de los pájaros de hojalata funcionando en los árboles plateados... quién sabe. Hay nubarrones que surcan el mundo, hay tormentas que recorren la tierra, hay hombres huraños que hundirían a martillazos el rostro mismo de Dios omnipotente si se les cruzara en el camino.
El era uno de ellos.
...

sábado, 5 de enero de 2019

Inicio de INVARIABLE

INVARIABLE
John R. Pierce

Ya conocen ustedes los hechos generales referidos a Homer Green, así que no necesito describirle a él ni a su entorno. Yo conocía eso y más, aunque fue una extraña sensación, que ustedes no obtienen a través de la lectura, el necesitar vestirme con ropas anticuadas, entrar en un ambiente extraño y verle. 
La casa no es más extraña que en las fotografías. Rodeada por otros edificios del siglo veinte, debe ser indistinguible de la estructura original y sus aledaños. Entrar en ella, pisar las alfombras, ver sillas tapizadas cubiertas con una sábana e instrumentos para fumar, ver y oír una radio antigua, incluso operando realmente a través de una variedad de transcripciones auténticas, y, sobre todo, ver una chimenea encendida... Todo ello me produjo una sensación de irrealidad, aunque yo estaba preparado. Green se hallaba sentado junto a la chimenea, como le encontramos casi siempre, con un perro a sus pies. Pensé que tal vez fuese el hombre más valioso del mundo. Pero no pude desprenderme de una sensación de irrealidad, relativa al entorno sustancial. También Green parecía irreal, y sentí compasión por él. 
La sensación de irrealidad continuó durante mi auto presentación. ¿Cuántas había habido? Podía, por supuesto, verificarlo en los archivos. 
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viernes, 4 de enero de 2019

Inicio de LA SEMILLA PRAGMÁTICA

LA SEMILLA PRAGMÁTICA
   
La semilla fue llevada por el espacio hace cuatro, cinco, seis billones de años. Entonces la semilla no era más que una semilla, no tenía conocimiento de sí. Era impulsada por los vientos electrónicos y magnéticos del universo, y para ella no existían ni el tiempo ni el espacio Todo era azar, y la semilla no tenía idea de qué quería ni cuál era su último destino. Se movía a través de un espacio estrellado, increíble, pero también por un espacio vacío, porque entonces las estrellas y las galaxias eran sólo pequeños focos de iluminación en el   infinito.

El profesor y el sacerdote eran viejos y buenos amigos, y por eso sus charlas eran tranquilas y sin muchas discusiones. Uno enseñaba física y el otro religión. Los dos tenían cincuenta y tantos años, habían dejado atrás la mayoría de las pasiones, y encontraban deleite en las cosas simples. Ese día de otoño se reunieron después de la cena y empezaron a pasear por el parque de la universidad. Era una tarde hermosa y fresca de octubre. Habían comido temprano, y quedaba una hora de luz. Los grandes arces y los robles se lucían en maravillosos tonos herrumbre y ámbar. Era una tarde apropiada para que se renovara la fe en Dios, como hizo notar el sacerdote.
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jueves, 3 de enero de 2019

Inicio de ¿LE IMPORTA A UNA ABEJA?

¿LE IMPORTA A UNA ABEJA?

La nave comenzó por ser un esqueleto metálico. Poco a poco, se le fue cubriendo con una piel brillante por encima y con unas interioridades de extraña forma instaladas dentro.
Thornton Hammer era entre todos los individuos (menos uno) involucrados en el crecimiento, el que hacía físicamente menos. Quizá por este motivo era por lo que estaba tan bien considerado. Manejaba los símbolos matemáticos sobre los que se basaban las líneas trazadas sobre papel milimetrado y sobre las que, a su vez, se basaba el ensamblaje de las masas y formas de energía que entraban en la nave.
Hammer observaba ahora por medio de ceñidas y oscuras gafas. Sus lentes captaban la luz de los tubos fluorescentes del techo y la devolvían como reflectores. 
Theodore Lengyel, representante local de la corporación que financiaba el proyecto, estaba a su lado y señalando con el dedo extendido, dijo:
— Allí está. Ése es el hombre.
— ¿Se refiere a Kane? —se fijó Hammer.
— El individuo del mono verde con una llave inglesa.
— Es Kane. ¿Qué es lo que tiene en contra de él?
— Quiero saber lo que hace. Es un idiota.
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miércoles, 2 de enero de 2019

Inicio de SUEÑOS DE ROBOT

SUEÑOS DE ROBOT

— Anoche soñé -anunció Elvex tranquilamente.
Susan Calvin no replicó, pero su rostro arrugado, envejecido por la sabiduría y la experiencia, pareció sufrir un estremecimiento microscópico.
— ¿Ha oído esto? -preguntó Linda Rash, nerviosa-. Ya se lo dije.
Era joven. menuda y de pelo oscuro. Su mano derecha se abría y se cerraba una y otra vez.
Calvin asintió y ordenó a media voz:
— Elvex, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás, hasta que te llamemos por tu nombre.
No hubo respuesta. El robot siguió sentado como si estuviera hecho de una sola pieza de metal y así se quedaría hasta que oyera su nombre otra vez.
— ¿Cuál es tu código de entrada en computadora, doctora Rash? -preguntó Calvin-. O márcalo tú misma, si esto te tranquiliza. Quiero inspeccionar el diseño del cerebro positrónico.
Las manos de Linda se enredaron un instante sobre las teclas. Borró el proceso y volvió a empezar. El delicado diseño apareció en la pantalla.
— Permíteme, por favor -solicitó Calvin-, manipular tu ordenador.
Le concedió el permiso con un gesto, sin palabras. Naturalmente. ¿Qué podía hacer Linda, una inexperta robopsicóloga recién estrenada, frente a la Leyenda Viviente?
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martes, 1 de enero de 2019

Inicio de UTOPÍA DE UN HOMBRE QUE ESTÁ CANSADO

UTOPÍA DE UN HOMBRE QUE ESTÁ CANSADO
Jorge Luis Borges

Llamóla Utopía, voz griega cuyo significado
es no hay tal lugar.
Quevedo

No hay dos cerros iguales, pero en cualquier lugar de la tierra la llanura es una y la misma. Yo iba por un camino de la llanura. Me pregunté sin mucha curiosidad si estaba en Oklahoma o en Texas o en la región que los literatos llaman la pampa. Ni a derecha ni a izquierda vi un alambrado.
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