domingo, 30 de junio de 2013

Chiste

Un estadistico podria meter su cabeza en un horno y sus pies en hielo, y decir que en promedio se encuentra bien.

domingo, 23 de junio de 2013

Inicio de LA NAVE QUE CANTABA, de Anne Mc Caffrey

Al nacer era un monstruo, y como tal hubiera sido condenada si no hubiera logrado pasar el test encefalográfico requerido para todos los niños recién nacidos. Existía siempre la posibilidad de que, aunque los miembros estuvieran retorcidos, el cerebro estuviera en perfecto estado, y de que aunque los oídos apenas pudieran oír y los ojos percibieran muy vagamente las imágenes, la mente que había tras ellos fuera receptiva y estuviera alerta.
El electroencefalograma fue totalmente favorable, incluso más de lo que se esperaba, y así se les informó a los apenados padres que esperaban el resultado. Finalmente, se les presentaba la última y más dura decisión: practicarle la eutanasia a su hijo o permitir que se convirtiera en un «cerebro» encapsulado, en un mecanismo director al que se enseñaría un buen número de profesiones diversas. Si optaban por esto último, su hija no sufriría dolor alguno, viviría una existencia confortable en una cápsula de metal durante varios siglos realizando un servicio inapreciable para los Mundos Centrales.
Se le permitió vivir y se le dio un nombre, Helva. Durante sus tres primeros meses de vida vegetativa, agitó sus muñones, pataleó débilmente con sus piececitos deformes y disfrutó de la rutina normal de todos los niños. No estaba sola; había otros tres niños especiales en el gran hospital especial de la ciudad. Al poco tiempo, fueron trasladados al Laboratorio Central, donde comenzó su delicada transformación.
Uno de los niños murió durante el trasplante inicial, pero los de la «clase» de Helva, diecisiete miembros en total, sobrevivieron en cápsulas de metal. En vez de pies con los que patalear, los impulsos neuronales de Helva movían unas ruedas; en vez de agitar las manos manipulaba extensiones mecánicas. A medida que iba creciendo le iban creciendo más sinapsis neuronales para que manipulara otros mecanismos que servirían para el mantenimiento y la buena marcha de una nave espacial. Porque Helva había sido destinada a convertirse en la mitad «cerebral» de una nave espacial, en compañía de una mujer o un hombre, lo que ella quisiera escoger, que actuaría como parte móvil. Estaría entre la élite de los de su especie. Sus tests de inteligencia iniciales registraron un nivel superior al normal y su índice de adaptación era inusitadamente alto. Si su desarrollo dentro de la cápsula metálica respondía a lo que se esperaba de ella y no se producían efectos secundarios derivados de las manipulaciones sobre su pituitaria, Helva viviría una vida plena de recompensas, rica y fuera de lo habitual, muy distinta de la que hubiera podido esperar de haber sido un ser
«normal»,

domingo, 16 de junio de 2013

¿Sabes de donde es este fragmento?

— ¿Por qué no? También nosotros fuimos materia hace..., hace..., por lo menos mil billones de años. ¿Por qué no fabricar objetos de materia, de formas abstractas?, oye, Brock, ¿por qué no hacer una imitación de nosotros mismos en materia tal como fuimos?
— No recuerdo cómo era eso -dijo Brock-. Nadie lo recuerda.
— Yo sí -contestó Ames enérgicamente-. No he estado pensando en otra cosa y estoy empezando a recordar, Brock, deja que te lo enseñe. Dime si tengo razón. Dímelo.
— No. Es una tontería. Es... repulsivo.
— Déjame intentarlo, Brock. Hemos sido amigos, hemos pulsado energía juntos desde el principio..., desde el momento en que nos volvimos lo que somos. Brock, ¡por favor!
— Entonces, que sea rápido.
Ames no había experimentado hasta entonces tal estremecimiento en sus propias lineas de energía en..., ¿en cuánto tiempo sería? Si lo intentaba ahora para Brock y funcionaba, podía atreverse a manipular materia ante los seres energéticos reunidos que habían estado esperando tan angustiosamente a lo largo de eones a que surgiera algo nuevo.
La materia era escasa allí entre las galaxias, pero Ames la recogió, reuniéndola a lo largo de los años luz cúbicos, eligiendo los átomos, consiguiendo una consistencia arcillosa y obligando a la materia a una forma ovoide que se ensanchaba por abajo.
— ¿No lo recuerdas, Brock? -preguntó a media voz-. ¿No era algo parecido a esto?
El vórtex de Brock tembló en fase:
— No me lo hagas recordar. No me acuerdo.
— Eso era la cabeza. Lo llamaban cabeza. Lo recuerdo con tal claridad que necesitaba decirlo. Me refiero al sonido... -esperó, luego preguntó-. Mira, ¿recuerdas eso?
En la parte frontal del ovoide apareció CABEZA.
— ¿Y eso qué es? -preguntó Brock.
— Es la palabra para cabeza. Los símbolos que indicaban la palabra en sonido.

domingo, 9 de junio de 2013

Ustedes y nosotros

¿Sabes de quien es este texto?

Ustedes y nosotros
Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial
nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual
ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez
nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien
ustedes cuando aman
son de otra magnitud
hay fotos chismes prensa
y el amor es un boom
nosotros cuando amamos
es un amor común
tan simple y tan sabroso
como tener salud
ustedes cuando aman
consultan el reloj
porque el tiempo que pierden
vale medio millón
nosotros cuando amamos
sin prisa y con fervor
gozamos y nos sale
barata la función
ustedes cuando aman
al analista van
él es quien dictamina
si lo hacen bien o mal
nosotros cuando amamos
sin tanta cortedad
el subconsciente piola
se pone a disfrutar
ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial
nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.

domingo, 2 de junio de 2013

¿Sabes de donde es este fragmento?

Jace no fue a visitarla al día siguiente de la fiesta y Nellie trató de rechazar el sentimiento de desilusión. Se dijo que estaba pretendiendo demasiado y que quizás él tenía asuntos que atender. Al segundo día, como aún no lo había visto, decidió ir a la tienda de comestibles de Randolph y quizá pasar por la oficina de su padre para comprobar si Jace estaba allí. Horneó seis docenas de bollos de avena y pasas para llevar a los empleados de la empresa. Después de lo que Terel había dicho acerca de la conducta de Nellie la noche de la fiesta, la joven no se había aventurado fuera de la casa. Temía que la gente la mirase con extrañeza y que cuestionara su comportamiento de esa noche. Buscar a Jace era probablemente lo menos conveniente en relación con su propia reputación; pero le parecía que había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo viera. Asimismo, deseaba visitar a su modista y hablar de la posibilidad de un vestido nuevo. Por una razón o por otra, sus viejas prendas no le sentaban.