miércoles, 5 de febrero de 2014

Que los muertos descansen en paz

Que los muertos descansen en paz
-Laß die Verstorbenen ruhen-
(Kaspar Stieler, 1632-1707)

¡Muere, Filidor!
¿por qué no moriste por tu deseo?
El coro de promesas de las musas
anunciaba herederos a tu nombre,
aunque pensara Florilis
que ninguno se lamentaría por ti.
Florilis, ciertamente,
reirá con tu muerte;
y, de seguro,
chistes contará
encima de tu ataúd
y brincará, vitoreará
y cantará sobre tu tumba.
Si alguien menciona tu nombre,
tras tu muerte,
como, cuando o donde sea,
ella se burlará sobre tu lápida,
ella misma sacudirá tus roídos huesos.
Mas, orgullosa niña,
no imagines
que te dejaré ir así.
Un rostro espectral,
parecido al mío, te atormentará;
te perseguirá mi fantasma e irá a la cama contigo.
Un opresivo sueño
te despertará frecuentemente.
Con dificultad creerás cómo entonces puedo asustarte:
Haré miserable tu vida con lamentos y golpes.
Si por la mañana te encontraran contusiones,
di que te las hice por vengarme.
Si caes enferma
te atormentaré en tus pensamientos.
Más vale entonces te corrijas
mientras tiempo hay para hacerlo.
Si me desvaneces en las aguas vaporosas del Aquerón
no tendrá sentido quejarse
cuando te atormente mi fantasma.

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