viernes, 30 de mayo de 2014

Inicio de LA SALVAJE

LA SALVAJE
Marcel Schowb

El padre de Búchette solía llevarla al bosque al despuntar del alba, y la niña permanecía sentada muy cerca mientras él talaba los árboles.  Búchette veía cómo se hundía el hacha haciendo volar delgados trozos de corteza; a menudo, los musgos grises venían a arrastrase sobre su rostro. «¡Cuidado!», gritaba el padre cuando el árbol se inclinaba produciendo un crujido que parecía subterráneo. Ella sentía cierta tristeza por el monstruo extendido en el claro del bosque, con sus ramas magulladas y sus ramitas heridas.  Por la noche, un círculo rojizo de pilas de carbón se encendía en medio de la sombra.  Búchette sabía a qué hora había que abrir la cesta de juncos para ofrecer a su padre el cántaro de gres y el trozo de pan moreno.  El se tendía entre las ramitas despedidas y masticaba con lentitud.  Después, Búchette sorbía su sopa. Corría en torno a los árboles marcados y, si su padre no la miraba, se escondía para gritar: « ¡Uuu! ».
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domingo, 25 de mayo de 2014

Inicio de La Causa de Algunos Cambios Recientes

La Causa de Algunos Cambios Recientes
Alisdair Gray

Los departamentos de pintura de las escuelas de arte moderno están llenos de gente insatisfecha. Un día Mildred me dijo: 
–Estoy harta de perder tiempo. Empezamos a trabajar a las diez y a la media hora nos cansamos y los chicos se ponen a tirarse bolas de papel y las chicas a hablar junto a los radiadores. Luego nos aburrimos y nos vamos al comedor a tomar café, y no lo pasamos bien, pero ¿qué vamos a hacer? Estoy cansada. Quiero hacer algo vigoroso y constructivo.
–Cava un túnel –dije yo.
–¿Qué quieres decir?
–Que cuando estés aburrida, en vez de tomar café bajes al sótano y caves un túnel para fugarte.
–Pero si quisiera fugarme podría salir por la puerta y no volver más.
–Así nunca te fugarías. El departamento te cortaría la beca y tendrías que ganarte la vida trabajando.
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martes, 20 de mayo de 2014

Inicio de Isaiah Berlin, el otro liberal

Alvaro Vargas Llosa 
Isaiah Berlin, el otro liberal
DICIEMBRE 1997 

El "más grande filósofo liberal del siglo" acaba de morir dejando una obra condicionada por la palabra libertad. Esta nota le rinde un justo homenaje. Isaiah Berlin fue, junto con Karl Popper, el más grande filósofo liberal del siglo, aunque a partir de los años cincuenta prefiriera verse como "un historiador de las ideas" antes que esa forma de científico que para él describía al filósofo propiamente. A diferencia de Popper, no fue un gran predicador de ideas propias sino un genial taxidermista de las ajenas, que usó la vía elíptica para defender o atacar los grandes postulados ideológicos. Berlin y Popper representan para la filosofía lo que Hayek y Mises para la economía, aunque en el caso de Berlin la obsesión por la pluralidad y cuestionamiento continuo de su propia causa lo hicieran aparecer como un liberal disidente: en verdad era un liberal ideológico limitado por el liberal de espíritu.
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jueves, 15 de mayo de 2014

Inicio de TRAIDOR

TRAIDOR 
José María Aroca 

Le cogieron en París. 

Los seres misteriosos habían desaparecido. Pero unas cuantas chozas de brillante metal en la tundra siberiana daban mudo testimonio de que no había sido una pesadilla. En realidad, podía haber sido una pesadilla. 

Una pesadilla durante la cual la Tierra había permanecido indefensa, incapaz de resistir o de huir, mientras las extrañas formas aleteaban sobre sus verdes campos y sus hermosas ciudades. Y el despertar no había aportado la convicción de que todo había sido un mal sueño. 

No, había sido una espantosa realidad. Y los terrestres no habían sido capaces de resistir a los seres misteriosos, del mismo modo que un chiquillo no es capaz de matar al ogro de su cuento favorito. Un curioso parangón, porque lo que finalmente había salvado a la Tierra había sido un cuento infantil. Una fábula. 

La antigua fábula del león y el ratón. Cuando el león hubo agotado su orgullosa ciencia contra los invencibles e inmortales invasores de la Tierra, el ratón atacó y los venció.

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sábado, 10 de mayo de 2014

Inicio de Los siete mensajeros

Los siete mensajerosDino Buzzati


Partí a explorar el reino de mi padre, pero día a día me alejo más de la ciudad y las noticias que me llegan se hacen cada vez más escasas. 
Comencé el viaje apenas cumplidos los treinta años y ya más de ocho han pasado, exactamente ocho años, seis meses y quince días de ininterrumpida marcha. Cuando partí, creía que en pocas semanas alcanzaría con facilidad los confines del reino; sin embargo, no he cesado de encontrar nuevas gentes y pueblos, y en todas partes hombres que hablaban mi misma lengua, que decían ser súbditos míos. 
A veces pienso que la brújula de mi geógrafo se ha vuelto loca y que, creyendo ir siempre hacia el mediodía, en realidad quizá estemos dando vueltas en torno a nosotros mismos, sin aumentar nunca la distancia que nos separa de la capital; esto podría explicar por qué todavía no hemos alcanzado la última frontera. 
Más a menudo, sin embargo, me atormenta la duda de que este confín no exista, de que el reino se extienda sin límite alguno y de que, por más que avance, nunca podré llegar a su fin.
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lunes, 5 de mayo de 2014

¿Sabes de donde es este fragmento?

La voz de Karlen rebotó contra las paredes curvas, a través de los vastos pisos. Un enorme vacío resonaba en la cabeza de Cramer. Las señales habían estado golpeando, retumbando como martillazos, y ahora habían cesado abruptamente. Extrajo el láser. 
 —Adelante, capitán, quiero ver cómo usa eso —sugirió Karlen. 
Cramer estaba traspirando. Algo en el tono de Karlen lo empujaba. Con el cañón hacia el suelo, apretó el gatillo. No pasó nada. Karlen soltó una carcajada. 
 —¿Lo ve? —dijo. 
—¿Qué es esto? —logró decir Cramer con un hilo de voz. 
—Es muy simple, en realidad, capitán. Las armas de energía no funcionan en la cámara ovalada. Hay un campo de fuerza. Realmente cuidan mucho esta zona, ¿no le parece?