TRAIDOR
José María Aroca
Le cogieron en París.
Los seres misteriosos habían desaparecido. Pero unas cuantas chozas de brillante
metal en la tundra siberiana daban mudo testimonio de que no había sido una
pesadilla.
En realidad, podía haber sido una pesadilla.
Una pesadilla durante la cual la
Tierra había permanecido indefensa, incapaz de resistir o de huir, mientras las
extrañas formas aleteaban sobre sus verdes campos y sus hermosas ciudades. Y el
despertar no había aportado la convicción de que todo había sido un mal sueño.
No, había sido una espantosa realidad. Y los terrestres no habían sido capaces
de resistir a los seres misteriosos, del mismo modo que un chiquillo no es capaz
de matar al ogro de su cuento favorito.
Un curioso parangón, porque lo que finalmente había salvado a la Tierra había
sido un cuento infantil. Una fábula.
La antigua fábula del león y el ratón. Cuando el león hubo agotado su orgullosa
ciencia contra los invencibles e inmortales invasores de la Tierra, el ratón
atacó y los venció.
...
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