lunes, 10 de marzo de 2014

Fragmento de EXILIO EN EL INFIERNO

EXILIO EN EL INFIERNO 

— Los rusos -puntualizó Dowling- enviaban prisioneros a Siberia mucho antes de que el viaje espacial fuera algo cotidiano. Los franceses usaban la Isla del Diablo con ese propósito. Los ingleses los despachaban a Australia. 

Estudió el tablero y detuvo la mano a unos centímetros del alfil. Parkinson, al otro lado del tablero, observaba distraídamente las piezas. El ajedrez era el juego profesional de los programadores de ordenadores, pero, dadas las circunstancias, no sentía entusiasmo. Estaba molesto. Y Dowling tendría que haberse sentido peor, pues él programaba el alegato del fiscal. El programador solía contagiarse de algunas características que se atribuían al ordenador, como la carencia de emociones y la impermeabilidad a todo lo que no fuera lógico. Dowling lo reflejaba en su meticuloso corte de cabello y en la pulcra elegancia de su atuendo.

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