miércoles, 28 de diciembre de 2011

Cervantes era gallego

César Brandariz revela que las obras del genio contienen numerosas alusiones a costumbres típicamente gallegas El madrileño César Brandariz lleva décadas a Miguel de Cervantes. Autor de "Reconstruyendo a Cervantes" y "Cervantes decodificado", publica ahora " "El hombre que hablaba difícil. ¿Quién era realmente Cervantes?"

Miguel de Cervantes Saavedra no nació en Alcalá de Henares, sino en el lugar de Cervantes, en Sanabria, comarca limítrofe con Galicia, León y Portugal, que "El Quijote" –al que Brandariz prefiere referirse con su título original, "El Quixote"–, estudió en el colegio de los jesuitas de Monterrei y que el origen remoto del apellido Cervantes es Lugo. Así lo documenta el investigador cervantino César Brandariz en su último libro, "El hombre que hablaba difícil. ¿Quién era realmente Cervantes?", de la editorial gallega Ézaro Ediciones.

En el siglo XVI, León no existía como concepto y Sanabria formaba parte de los dominios del conde-duque de Benavente, que se consideraba a sí mismo un noble gallego. A su territorio pertenecía también Viana do Bolo. Sanabria participaba de todo un poco: del dialecto astur-leonés, y del gallego y el portugués, y en este ambiente se cría Cervantes. El origen remoto de su familia es Cervantes, en Lugo. Sus antepasados presumiblemente fueron tratantes que pasaron a Castilla y que se establecieron en Cervantes, en Sanabria, y en Alcalá de Henares.

Un texto escrito por el propio Cervantes del colegio de los jesuitas de Monterrei que se conserva en la Real Academia de la Historia de Madrid, cuenta que está sentado en lo alto de una peña en Monterrei y que ve como los portugueses vacían Chaves en peregrinación hacia la ermita de los Remedios. Cervantes muere en 1616, y un siglo y cuarto después no se sabe quién ni de dónde es; hasta el punto de que el primer ministro inglés quiere hacer un regalo a la reina Carolina de Inglaterra y manda traducir "El Quixote", y se encuentra con que no tiene información de su autor. Al parecer otro gallego, el benedictino Fray Martín Sarmiento, dirá en "Topografía e Historia general de Argel", que entre los cautivos está Miguel de Cervantes, hidalgo principal de Alcalá, un error, porque Cervantes ni siquiera tenía tratamiento de don.

Cervantes narra costumbres inequívocamente gallegas, como la farrapada y la danza de las espadas en "Pedro Urdemales", la cascabelada, la bica, la Santa Compaña, y supersticiones gallegas, en "Persiles y Segismunda"; la licantropía, y las ánimas, en el propio "Quixote". Además no conocía muy bien La Mancha, donde no hay concejos ni lugares –entidades de población típicas de Galicia–, ni castaños, ni gaitas, ni se comía trucha ni se usaban zuecos. Tampoco se araba ya con bueyes, ni se empleaban interjecciones como "¡tarde piache!". Los molinos de viento existían en el noroeste español dos siglos antes que en La Mancha: Juan Vidal hablaba en 1525 de los molinos cerca de la Torre de Hércules; Catoira tenía molinos, Ourense, Benavente... En las primeras ediciones de sus obras hay cantidad de vocablos sanabreses, gallegos y portugueses.

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