domingo, 16 de junio de 2013

¿Sabes de donde es este fragmento?

— ¿Por qué no? También nosotros fuimos materia hace..., hace..., por lo menos mil billones de años. ¿Por qué no fabricar objetos de materia, de formas abstractas?, oye, Brock, ¿por qué no hacer una imitación de nosotros mismos en materia tal como fuimos?
— No recuerdo cómo era eso -dijo Brock-. Nadie lo recuerda.
— Yo sí -contestó Ames enérgicamente-. No he estado pensando en otra cosa y estoy empezando a recordar, Brock, deja que te lo enseñe. Dime si tengo razón. Dímelo.
— No. Es una tontería. Es... repulsivo.
— Déjame intentarlo, Brock. Hemos sido amigos, hemos pulsado energía juntos desde el principio..., desde el momento en que nos volvimos lo que somos. Brock, ¡por favor!
— Entonces, que sea rápido.
Ames no había experimentado hasta entonces tal estremecimiento en sus propias lineas de energía en..., ¿en cuánto tiempo sería? Si lo intentaba ahora para Brock y funcionaba, podía atreverse a manipular materia ante los seres energéticos reunidos que habían estado esperando tan angustiosamente a lo largo de eones a que surgiera algo nuevo.
La materia era escasa allí entre las galaxias, pero Ames la recogió, reuniéndola a lo largo de los años luz cúbicos, eligiendo los átomos, consiguiendo una consistencia arcillosa y obligando a la materia a una forma ovoide que se ensanchaba por abajo.
— ¿No lo recuerdas, Brock? -preguntó a media voz-. ¿No era algo parecido a esto?
El vórtex de Brock tembló en fase:
— No me lo hagas recordar. No me acuerdo.
— Eso era la cabeza. Lo llamaban cabeza. Lo recuerdo con tal claridad que necesitaba decirlo. Me refiero al sonido... -esperó, luego preguntó-. Mira, ¿recuerdas eso?
En la parte frontal del ovoide apareció CABEZA.
— ¿Y eso qué es? -preguntó Brock.
— Es la palabra para cabeza. Los símbolos que indicaban la palabra en sonido.

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