martes, 10 de junio de 2014

Inicio de el peor viaje de mi vida

De Jaime Baily

Nada más llegar al aeropuerto, y a sabiendas de que viajaba con cuatro abultadas maletas, busqué de inmediato a un cargador para que me ayudase a llevar mi equipaje. Eché un rápido vistazo y advertí la presencia de un hombrecillo uniformado, al que hice señas de inmediato. 
-Maletero, ¿me ayuda por favor? -le dije en mi mejor inglés. 
No cabía la menor duda de que ese moreno uniformado esperaba con impaciencia la llegada de un cliente como yo, cargado de maletas y dispuesto a darle una buena propina. 
-No soy maletero -me dijo, algo irritado. 
-¿Y entonces por qué lleva uniforme de maletero y está aquí parado? - le pregunté, dándomelas de listo. 
-Porque soy piloto de avión y me provocó fumar un cigarrillo -contestó, clavándome una mirada exenta de toda ternura. 
-Mil disculpas -le dije, abochornado, y comprendí que a esa hora de la noche ya no había maleteros en el aeropuerto de Miami y que yo mismo debía arrastrar mis voluminosas maletas hasta el counter. 
Cuando, minutos después, tras jalar penosamente mis cuatro maletas, llegué al mostrador de la aerolínea, ya sudaba y tenía las manos devastadas y enrojecidas. Tomé aire, me prometí olvidar ese minúsculo incidente y saqué con el debido orgullo mi tarjeta platino. 
-Qué rico es ser platino -pensé-. Así da gusto viajar. 
Veinte minutos más tarde, seguía haciendo la cola de platino, que era más larga que la de económica, y empecé a darme cuenta de que todo el mundo parecía tener una tarjeta platino. Pero no perdí la paciencia y me dije que los ciudadanos civilizados saben esperar en cola sin exasperarse. Finalmente, llegó mi turno y me llamaron. Me acerqué con una gran sonrisa, entregué mi pasaporte y dije mi código de reserva, pues el pasaje ya había sido pagado y sólo debía recogerlo.
...

No hay comentarios:

Publicar un comentario