miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿Sabes de dónde es este fragmento?

Con molestia atendí una llamada Miguel Rodríguez Orejuela a quien le tengo desconfianza: “Mompa, vos sabés que te he preguntado dos o tres veces por Fidelio, pero no me has dicho nada, y necesito saber, porque alguien del Gobierno me ha preguntado que si es verdad...”. A Fidel, le di vida a través de la prensa, pero entre la gente cercana ya circulaba el runrún de su fallecimiento. 

Como era obvio, seguí ocultando la muerte de Fidel, pero presentí en Miguel Rodríguez el interés de confirmar un chisme para pasarle la chiva, quizá a su candidato a la Presidencia. Sin lugar a dudas, Miguel pretendía obtener mérito con alguien. Trató de feriar la noticia de la muerte de mi hermano, maquinación dolorosa para mí. La relación con los Rodríguez fue circunstancial y temporal. En la época de los PEPES, me entrevisté con ellos siete veces. Cumplirles la cita en ese momento era normal, ellos eran los “jeques” y este tipo de relaciones en un país como Colombia es obligatorio manejarlas. Durante la lucha contra Escobar, varias veces me prestaron helicópteros para movilizarme. A pesar del nexo que existió, yo por naturaleza he sido un ‘antinarcos’. He desconfiado de los narcotraficantes por el hecho de ser tales. Desprecio el narcotráfico porque siempre, tarde o temprano, destruye lo que toca. Acaba con ideologías y principios, acaba con todo.
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