lunes, 31 de octubre de 2011
El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare
domingo, 30 de octubre de 2011
Autoría de esta frase
Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía.
sábado, 29 de octubre de 2011
El inicio de un clásico
Antes de enseñar el primer cabo de nuestra narración fidedigna, no nos parece inútil advertir a aquellas personas en demasía bondadosas que nos quieran prestar su atención, que si han de seguirnos en el laberinto de sucesos que vamos a enlazar unos con otros en obsequio de su solaz, han menester trasladarse con nosotros a épocas distantes y a siglos remotos, para vivir, digámoslo así, en otro orden de sociedad en nada semejante a este que en el siglo XIX marca la adelantada civilización de la culta Europa.
viernes, 28 de octubre de 2011
Deseando Amar

Desde entonces pasaste cada día, pero al no traerme cartas me contentaba con mirarte desde mi ventana. El verte me alegraba, y me ponía nerviosa. ¿Podría ser eso amor? Sólo sé que contigo volvió la necesidad de sentirme querida, de los abrazos y miradas, de los “te quiero” al oído y los besos ciegos. Con todo no sabía si esa necesidad me hacía idealizarte, pero en cualquier caso la duda me alejó del padecer, hasta que éste se quedó en nada. Pasaste a ocupar un lugar en mis pensamientos y sueños, y no podía evitar pensar qué hubiera pasado de conocerte comprometida, y así seguí hasta que me cansé de pensar. Esa tarde me envíe una carta a mí misma, y aprovechando que estaba el fin de semana por medio tomé parte de mis ahorros y di un paseo hasta el centro. Hacía un día demasiado bueno para coger el tranvía.

martes, 25 de octubre de 2011
REGRESO A ITACA
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Poseidón, de Óscar Pérez |

domingo, 23 de octubre de 2011
Autoría de esta frase
Al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas como quiera, sino el saberlas gastar.
No me digais que nunca la habiais oido.
sábado, 22 de octubre de 2011
El inicio de un clásico
Cada mañana, entre el humo y el olor a aceite del barrio obrero, la sirena de la fábrica mugía y temblaba. Y de las casuchas grises salían apresuradamente, como cucarachas asustadas, gentes hoscas, con el cansancio todavía en los músculos. En el aire frío del amanecer, iban por las callejuelas sin pavimentar hacia la alta jaula de piedra que, serena e indiferente, los esperaba con sus innumerables ojos, cuadrados y viscosos. Se oía el chapoteo de los pasos en el fango.
Las exclamaciones roncas de las voces dormidas se encontraban unas con otras: injurias soeces desgarraban el aire. Había también otros sonidos: el ruido sordo de las máquinas, el silbido del vapor. Sombrías y adustas, las altas chimeneas negras se perfilaban, dominando el barrio como gruesas columnas.
viernes, 21 de octubre de 2011
El monstruo en mí, de Jose Ignacio Becerril
lunes, 17 de octubre de 2011
Problemas con la literatura
domingo, 16 de octubre de 2011
Autoría de esta frase
Además de perdonar a tus enemigos, ríete de ellos. La risa es el gran antídoto contra los venenos del espíritu.
¿Sabe alguien de quien es?
sábado, 15 de octubre de 2011
El inicio de un clásico
En esos tiempos en que todos estamos obligados bajo pena de lesa respetabilidad a entrar en alguna profesión lucrativa y a trabajar en ella con entusiasmo, un grito del partido opuesto, el de los que se contentan con tener lo suficiente, con mirar a su alrededor y gozar mientras tanto, puede sonar un poco a bravata o fanfarronería. Sin embargo no debería ser así.
Lo que suele llamarse ociosidad, que no consiste en no hacer nada, sino en hacer mucho de lo que no está reconocido en los formularios dogmáticos de la clase dominante; tiene derecho a mantener su posición al igual que la industriosidad.
Es cosa admitida que la presencia de gentes que rehusan entrar en las profesiones que se premian con peniques, es a la vez un insulto y un desánimo para aquellos que lo hacen. Un buen muchacho (como vemos muchos) toma su determinación, vota por su oficio, y según la enfática expresión americana, "va por ellos".
¿De quien será este texto?
viernes, 14 de octubre de 2011
Yo vengo a hablar de mis libros
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Poseidón, de Óscar Pérez |
martes, 11 de octubre de 2011
FELIZ
Dicen las buenas lenguas que es de bien nacidos ser agradecido, y quién soy yo para llevarle la contraria a la sabiduría popular. Lo educado y lo caballeroso —el hecho de que yo no sea de ninguna manera un caballero, y difícilmente una dama, no influye en esto— es aceptar los halagos con la dosis justa de modestia —uy, por poco se me escapa el “falsa”… La falta de costumbre— y agradecerlos como corresponde. Y en ello estoy. Aún a riesgo de perder mi mala —ahora sí que no podía evitar la puntualización— reputación de víbora, y conseguir unos cuantos vaciles más que los que ya he recibido esta semana —lo que demuestra que ninguna buena acción queda sin castigo—, aquí estoy. Para decir gracias.
Porque a veces leo cosas que me reafirman, que me hacen sentir bien, que me dicen que, aunque soy un ser humano, y por tanto falible, voy por el buen camino. Porque no soy inmune a ciertas cosas, y me encanta que se entienda lo que digo, y que se entienda exactamente como quiero que se entienda.
Porque me gustaría creer que se nota que mis intenciones siempre son claras, como procuro serlo yo, y a veces parece que lo consigo. Hay dudas, sí, siempre las hay, y me preocupan. Me preocupan mucho. Pero no puedo hacer nada por solventarlas sin crear más confusión, así que espero que, quien me importa, quien me gusta, acabe viendo la luz.
Y porque, aún temiéndome que voy a añadir otra mancha más a mi historial, tengo que decir que conocer a alguna gente me ha hecho ver algunas cosas con más claridad, y me ha convertido en mejor persona.
Por eso, agradezco algunas cosas. No voy a explicarlas, no hace falta. Basta con que sepáis que, en este preciso momento, soy estúpidamente feliz.
¿Veis? Yo también sé.
PD: Entiéndame quien pueda: yo me entiendo.
lunes, 10 de octubre de 2011
La literatura no es un camino de rosas
domingo, 9 de octubre de 2011
Autoría de esta frase
A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos pintan mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas.
Un saludo