viernes, 7 de octubre de 2011

¿Y tú también escribes?

Lector, ra (del lat lector, -ōris): 1. adj. Que lee o tiene el hábito de leer.

¿Os suena familiar? Sí, es probable que nunca hayáis buscado esa palabra en el diccionario de la RAE: no creo que nadie haya dudado nunca de su significado. Y, sin embargo, según los cotilleos/rumores/maledicencias que he oído y leído últimamente, a muchos sí se les ha olvidado. Ya no sólo no se comprende lo que es, sino que también se obvia pensar en para qué sirve (cosa que no deja de ser curiosa en una época tan dada al utilitarismo y la cosificación de las personas).

El pasado fin de semana tuve la suerte de asistir como invitada a las Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas (Sevilla). No voy a hacer una reseña del encuentro: para eso hay otros cauces y otros lugares; baste decir que para mí fueron tres días magníficos, llenos de encuentros y reencuentros, conversaciones y discusiones, y todo ello empapado de literatura hasta que, al menos yo, acabé borracha de letras (no de otras sustancias, porque este año me tocaba ‘ser buena’ para estar en condiciones de participar en las jornadas desde arriba, no desde abajo). Hubo, no obstante, un detalle que me llamó la atención, y que no he conseguido interpretar hasta muchos días después: a lo largo de los tres días, la pregunta que en más ocasiones escuché fue “¿Y tú también escribes?” La respuesta, en el 98% de los casos, era “Sí”.

Y bien, era un encuentro de literatura. Es lógico que los escritores vayamos a esos saraos atraídos como abejitas por las flores de colores (sí, podéis interpretarlo como queráis). Lo que no es tan lógico es que sólo haya escritores y editores y agentes y gente relacionada de alguna manera con el mundo editorial. Sólo gente dedicada a crear libros. Nadie dedicado a leerlos. ¿Por qué? La respuesta también me la han dado algunos de los asistentes a éste y otros encuentros por el estilo (Hispacones, Libers, etc): al lector, en este tipo de juergas, se le ningunea. Y quizá por eso no quiera asistir.

He oído esa ‘queja’ en varias ocasiones, pero nunca había llegado a registrarla por completo hasta ahora. Conozco unos cuantos lectores que, lejos de pretender hacer también sus pinitos con la escritura, sólo quieren acercarse más a ese mundillo para conocer de primera mano a los que crean las obras que luego ellos van a leer, para saber qué habrá de nuevo, para entender cómo se hace eso que al final van a acabar leyendo y que se llama ‘libro’. Y ellos mismos han sido los que, comentando el tema de los encuentros y jornadas literarias, han dicho que cuando les preguntan “¿Y tú también escribes?” y contestan “No”, la conversación se acaba.

¿Es cierto que a los escritores no les interesa la opinión de los lectores? No creo que llegue a tanto. Lo que sí creo que puede suceder es que, en una situación como ésa, los escritores prefieran la conversación de los que comparten inquietudes y afición o profesión con ellos. Y creo que es un error, porque, como se está viendo, a las jornadas y encuentros literarios los lectores ya no van, cuando se supone que todo este tinglado debería estar dedicado a ellos, que son, al fin y al cabo, los destinatarios finales del ‘producto’ (perdonadme la herejía de llamarlo así).

Sin embargo, tampoco es de extrañar. Alguno de los camarradas de armas (escritores, o proyecto de) también comentan que, dependiendo de si publicas tus escritos o no y de la importancia/tamaño de la editorial que te los publique, así de simpáticos y cariñosos estarán contigo otros escritores. Yo no me he fijado en ese punto, pero quizá sea porque he tenido la inmensa suerte de haber entrado en el ‘mundillo’ por la puerta del palco (es decir, la que da a uno de los mayores grupos editoriales del mundo hispanoparlante) y no he conocido a otros escritores hasta mucho después de haber publicado con ese grupo; pero, según parece, cuando un escritor se acerca y te pregunta la consabida “¿Y tú también escribes?”, su siguiente paso será indagar a ver cuál es tu editorial (si la tienes), y a partir de ahí sucederán dos cosas: si es más pequeña que la suya, te dará un minuto de conversación educada y buscará la salida más cercana, y si es más grande que la suya, de repente te convertirás en su mejor amigo.

Si esos rumores/maledicencias son ciertos, no entiendo muy bien el motivo. ¿Por qué, por el consabido “quien a buen árbol se arrima”? Por supuesto, ese supuesto interés en ‘arrimarse’ explicaría a la perfección por qué se ignora olímpicamente al lector… y eso tiene aún menos sentido.

Es tan obvio que a veces se nos olvida que los que tienen la última palabra, y la que de verdad importa, son los lectores: esta cuestión me recuerda a algo que he comentado en alguna ocasión entre cañas y pacharanes, también con otros camaradas de pluma y lectores... ¿Por qué algunos escritores se consideran "superiores"? No, no me vale que ahora digamos que no es verdad: sólo hay que asomarse a una jornada de éstas para darse cuenta de que al lector se le ningunea porque no escribe, y que al escritor que no ha publicado se le ningunea por novato, y que al escritor que publica con editorial pequeña se le ningunea por ser 'poco importante'... ¿Qué pasa, que el hecho de escribir nos convierte en Seres Divinos? Pues si uno escribe bien, cojonudo; el de al lado igual dibuja que lo flipas, o canta que es pa tener un orgasmo espontáneo, o diseña unos edificios que son para cagarse la pata abajo, o consigue desatascar una tubería con sólo una mirada intencionada, o hace macramé con los ojos cerrados. Cada uno a lo suyo, y nadie es mejor que nadie porque algo se le dé bien.

Quizá me exalto mucho con este tema, pero es que me resulta sangrante: últimamente no hago más que recibir mails diciéndome "el otro día no me atreví a acercarme a ti en Dos Hermanas" e "intenté hablar contigo pero estaba tan nervioso que no me atreví", y empiezo a cabrearme de verdad al ver que los poquitos lectores que hay se sienten intimidados al pensar que los escritores vamos de OhDioses de la Expresión Escrita Desenfrenada o algo, cuando no hay nada que me guste más que charlar con alguien sin tener que pensar en la imagen que se supone que tengo que mantener (y que ellos ya me adjudican por defecto, como si el hecho de tener mi nombre en la portada de un par de libros me hubiera señalado con una estrella dorada en la puta frente) y no puedo evitar pensar que, si ésa es la idea que tienen, quizá sea porque algún(os) escritor(es) se la ha(n) puesto en la cabeza...

Algunos piensan que el problema es que estos encuentros también tienen ese punto de sentirnos especiales, protagonistas, por un fin de semana. Quizá sea que yo soy rara, pero, aunque no me disgusta en absoluto ser la ‘niña de bautizo’ (¿por qué iba a disgustarme, si la gente te trata bien y es simpática contigo, cosa que no siempre ocurre?), pese a todo procuro no perder de vista de qué va todo esto. En primer lugar, que nunca me ha gustado hacerles a otros lo que no me gusta que me hagan a mí, de modo que, puesto que me jode ver a gente que va de estrella, huyo despendolada ante cualquier posibilidad de convertirme yo en ‘la estrellita’ lejana y soberbia que juzga la importancia del prójimo dependiendo del éxito que tenga en su trabajo (que es lo que es esto de escribir, a ver si ahora nos vamos a creer que por juntar dos palabras somos la rehostia). Y en segundo lugar, y si de utilitarismos hablamos (esa actitud hipotética según la cual la gente se arrima al que publica con la mejor editorial), que no se nos vuelva a pasar por alto que el que más nos puede ayudar, si es en medrar en lo que pensamos, no es otro escritor: es el lector. Que es el que va a comprar nuestro libro y el que lo va a leer. Que es el que lo va a juzgar y lo va a recomendar o no a otros lectores. Que es el único que no tiene más interés que leer una buena obra, por lo que la va a juzgar más objetivamente que cualquier otra persona (escritor, crítico, editor, agente). Y que no se nos olvide que un libro, sin un lector, no es más que un objeto inútil. Y que nosotros, los escritores, sin los lectores, no somos NADA.

6 comentarios:

  1. Amén.

    Yo, que soy de natural malvado, añado que, total, para como juntan letras algunos, ir de divos por la vida está, como poco, fuera de lugar...

    Pero, dejando (un poco) la maldad... Vamos a ver, a todos nos gusta sentirnos especiales, a todos nos gusta destacar en algo. Pero esto de emborronar folios con más o menos gracia (y algún día igual me canso de repetirlo, pero no será hoy) es un puñetero trabajo. Y no es más importante que otros por muy "artístico" que sea. Y en cualquier trabajo, si pierdes de vista lo que quiere el consumidor final de tu producto (ya sea éste el cliente directo, o el malvado jefe de turno) estás jodido. Que está de puta madre vivir en una nube de autocomplacencia, pero desde ahí arriba se ve fatal lo que pasa en el mundo, y cuando te caes duele la leche.

    Hummm... Y digo yo, ¿a partir de ahora tengo que tratarte de usted y sentirme convenientemente abrumada por tu divina presencia, nena? Pues vamos listas las dos XDXD Demos gracias a los dioses que tú eres un ser humano normal, a pesar de que escribiendo seas una OhDiosa. Eso me hace tener algo de fe en el destino de los juntaletras...

    O no XD

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  2. Es algo recíproco, Nin. Tampoco nosotros somos nada sin los escritores, por eso la relación debería ser menos condescendiente.Debería ser más de igual a igual entre los dos extremos de la comunicación, el emisor y el receptor, unidos por el mensaje en si, para que pudiese haber un verdadero mecanismo de Feed-Back.
    Ahora cabe preguntarse si realmente se desea esa comunicación sincera, o al aislar al lector, lo que se pretende, de una forma inconsciente, es evitar la crítica sincera, para no despertar del sueño maravilloso de sentirse escritor laureado y excelente.

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  3. Estoy de acuerdo con el artículo. Demasiados escritores, demasiados pocos lectores (personalmente, cuando quiero promocionar algo no uso foros literarios sino blogs de lectores o mejor aún de descargas jeje, que ahí sí están los lectores de verdad). Demasiada "aura de grandeza" sobre los autores. A mí personalmente no me gustan esos paripés tipo presentaciones, ferias y demás. Creo que la literatura es escribir y muchas veces te da la impresión de que algunos autores lo que les gusta de la literatura no es escribir sino el "ambientillo", el que les alaben, figurar, etc...

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  4. Pues eso, sentirse importantes. Y bueno, es una reacción muy humana, pero sinceramente creo, como Silvia, que escribir mejor o peor no nos hace más o menos molones. Nos hace simplemente ser buenos en nuestro curro, igual que un electricista es bueno si es capaz de hacerte toda la instalación sin cargarse la casa o un ventanillero es bueno si te ayuda y no se dedica a intentar boicotearte cuando le llevas un papelote :P

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  5. "Creo que la literatura es escribir y muchas veces te da la impresión de que algunos autores lo que les gusta de la literatura no es escribir sino el "ambientillo", el que les alaben, figurar, etc..."

    Impresión que se confirma en cuanto le echas un vistazo a algunas de sus novelas. Humilde opinión de alguien que ha visto cómo se organizaba buena parte de este circo de tres pistas, desde bastante cerca. :)

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  6. Totalmente de acuerdo y extensible a un gremio cercano al vuestro; los ilustradores. Cuando luchaba por hacerme un hueco en ésta profesión, era una loca que hacía dibujitos. Ahora publico y me llaman artista. Y no me gusta. Artista suena a iluminado y me sube en un pedestal que me impide hablar de tú a tú con las personas a las que le gusta mi trabajo (o que no les gusta, que es un punto de vista necesario también)Mis compañeros de profesión me pueden dar su opinión técnica, pero son las personas que aprecian y cuando pueden compran los libros, las que me han ayudado a encauzar mi trabajo de un modo rentable y productivo con sus opiniones. Al fín y al cabo se supone que todos trabajamos para ellos ¿no? Pues en mi ámbito también sucede que pregunte a alguien que se acerca tímidamente ¿Qué ilustración te gusta más, cúal menos y por qué? Y contestarme en un principio que no se sienten cualificados para responder, a lo que yo suelo bromear, "Para freir patatas no hace falta ser patata" Para apreciar una ilustración no hace falta ser ilustrador, sólo tener ojos en la cara y sensibilidad para interpretar lo que cuenta. He recibido impagables consejos de personas que no saben hacer la O con un canuto. No, no quiero que me llamen artista

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