sábado, 6 de julio de 2013

¿Sabes de donde es este fragmento?

Damien ingresó al enorme salón de recepción donde la música y el baile ya habían dado comienzo. A diferencia del baile de la noche anterior, mucho más informal, esta fiesta recibió invitados con una esplendorosa elegancia. La decoración era perfecta: candelabros lustrosos, plantas por doquier y perfumados ramos de flores, muchas de las cuales se habían cultivado en los jardines de Braithwaite. Todas las mesas estaban cubiertas con manteles de lienzo azul, el color de los Warwick.

Damien no pudo más que sonreír. Como siempre. Marianne se encargaba hasta de los detalles más pequeños. No había anfitriona alguna, desde Yorkshire hasta Londres que no consultara con Lady Lyttleton al hacer los arreglos necesarios para una velada de gala. Todo Inglaterra la adoraba, de un modo u otro. Nadie se preocuparía ni en lo más mínimo si algún día ella decidiera divorciarse de su esposo. Si bien no era su deseo, Damien pensó que si él le ofrecía matrimonio a Marianne esa misma noche, a la mañana siguiente la mujer comenzaría las tramitaciones necesarias para su divorcio, aunque lo negara. Hasta podría serle fiel. 

Por un tiempo. Sin duda sería un convenio muy interesante.

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