sábado, 20 de julio de 2013

¿Sabes de donde es este fragmento?

La mujer se sentó junto a él en la hamaca, en camisón, no delgada como las muchachas sin amor a los diecisiete, no gorda como las mujeres sin amor a los cincuenta, sino redonda, firme, como las mujeres de cualquier edad, pensó él, cuando no hay problemas.

Lena era un milagro. Su cuerpo, como el de él, pensaba siempre por ella, pero de modo diferente, dando forma a los niños, o adelantándose para cambiar el aire de cualquier habitación de acuerdo con el humor de su marido. No pensaba mucho tiempo, en apariencia. El pensamiento y la acción pasaban de la cabeza a la mano, y viceversa, en un circuito suave y natural que Leo Auffmann no podía, y no intentaba, reproducir.

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