martes, 27 de septiembre de 2011

¡MIS OJOS!

Sé que soy una pesada. Lo sé, me consta, soy muy consciente de ello. Y sé también que tengo una cierta tendencia a exaltarme con algunos temas, y a sacar mi mala lengua a pacer por lo que mucha gente consideraría una tontería. Pero claro, las teorías de la gente sobre lo que es una tontería y lo que no suelen traérmela mucho al fresco, así que yo sigo a lo mío: insistiendo.

Vamos a ver, gente: ¿en serio es tan difícil escribir bien? Me refiero a escribir sin faltas, con la ortografía y la gramática correctas, claro. Sobre lo de escribir “bien” hablando de un nivel puramente literario, es evidente que resulta dificilísimo, viendo lo que se ve por ahí… Pero no tener faltas, ¿de verdad es tan complicado? Hombre, está claro que a todos se nos cuelan dedazos aquí y allá. Más que nada porque los dedos —y la memoria— son unos traidores natos. Y también es cierto que todos tenemos nuestras bestias negras: la mía, ya lo he dicho alguna vez, son los puñeteros tiempos compuestos, que bien podría el castellano haber evolucionado —poco— como el gallego, y prescindir de tamaña aberración que, invariablemente, me hace meter la pata en algún momento del día, por mucho que yo me esfuerce en evitarlo, hombre ya. Otra gente tiene otros problemas. Hay por ahí una personita que no nombraré, pero que sabe muy bien que hablo de ella, a la que —a veces y sólo a veces, no exageremos— los laísmos no le dejan ver el bosque, aunque por lo demás, su ortografía y su gramática son impecables. Las mejores que he tenido el placer de encontrarme en años, la verdad (y por eso es la única persona a la que le pido —y le permito— que me corrija, pero eso es otra historia, y no tengo tantas ideas como para desaprovecharlas alegremente, así que corto aquí el tema…). Y os puedo asegurar que tanto esa persona como yo sabemos muy bien cuáles son nuestros problemas y, si tenemos dudas, preguntamos. Y tratamos de aprender. Es difícil renunciar a todas las —malas— costumbres de una vida, pero se intenta, qué diablos. Por orgullo. Por amor propio. Por la puñetera satisfacción del trabajo bien hecho que, cada vez más, parece importarle a menos gente.

Y, ¿ahora por qué se pone ésta así?, os preguntaréis. Pues porque a veces leo cosas que me hacen enarcar las cejas —sí, las dos. Nunca he conseguido levantar una sola ceja, y es algo por lo que me dan ganas de escupirle a la Madre Naturaleza o a la maldita genética. Adoro ese gesto. ¡Diablos, me merezco poder hacer ese gesto!— y torcer la boca en una sonrisa irónica y cargada de falta de fe en la humanidad. Me refiero concretamente a este artículo, aparecido en la edición digital de El País.

Alucinante.

Pero más alucinante todavía es que la defensora del lector recibiera, como ella misma señala en su artículo del dieciocho de septiembre en el mismo diario, una carta del comité de empresa que «…Cree, en cambio, que el aumento del número de errores se debe a que "las decisiones empresariales que se han tomado en los últimos años han desembocado en una falta de medios para garantizar la calidad del producto (por ejemplo, los correctores prácticamente han desaparecido)" y a que los redactores soportan "cada vez mayor carga de trabajo"». ¿Carga de trabajo? ¿En serio? Venga ya, hombre. Que yo puedo escribir a toda prisa tres cosas a la vez, de pie en un autobús, con una resaca del quince y la tuna tocando Clavelitos a mi espalda, y nunca, jamás de los jamases, os lo juro por el sagrado diccionario de la lengua española —sí, vale, dije “española”. Pero es que yo no tengo la culpa de que lo llamen así—, pondría algo como «…han llevado ha practicar», o «a elegido usted», o (insértese aquí un estremecimiento de pavor) «…hacabó el día en rojo el Ibex 35». Eso no es sobrecarga de trabajo. Eso no es un dedazo. Es una falta de atención como un piano, por no llamarlo —analfabetismo virulento— algo peor. Y juro que jamás en mi vida —como sí parece haberle sucedido a algún redactor del citado periódico— he confundido “astrológico” con “astronómico”, o dicho que alguien estaba “detrás suya” o…

Que sí, que vivimos en un mundo enloquecido y las prisas por dar la noticia pueden hacer que se meta la pata hasta la glotis y más allá, pero ¿tanto? ¿En serio? Venga ya… Releer un texto lleva unos pocos minutos, y puede acabar con un montón de errores. Una puñetera revisión, un condenado puñado de minutos, y los lectores no tendrían que verse en la disyuntiva de arrancarse los ojos, o cerrar la página, o bajar todos los santos del (idiota) redactor.

Y conste que estoy intentando dejar mi natural cinismo aparcado, y presuponiendo que esas barbaridades se deben a la falta de revisión, y no a la absoluta falta de alfabetización por parte de gente que —se supone— ha pasado por la universidad. Claro que, por otra parte, sé muy bien que el paso por la universidad no le garantiza a nadie que vaya a dejar de ser un idiota con muy poco amor propio, y todavía menos vergüenza, así que casi dejo aquí esta entrada, antes de que la Liga por los Derechos de los Periodistas Analfabetos me denuncie por injurias, o calumnias, o por haberles robado el bollycao de la merienda…


…O todas las haches que les faltan, y hasta las que les sobran.

9 comentarios:

  1. "Una puñetera revisión, un condenado puñado de minutos, y los lectores no tendrían que verse en la disyuntiva de arrancarse los ojos, o cerrar la página, o bajar todos lo santos del (idiota) redactor."

    Estoy de acuerdo, aunque no voy a arrancarme nada y omitiré el paréntesis. Y todos esos santos no "lo" bajaré, por supuesto.

    Dicho sin acritud y con ánimo constructivo.

    ;)

    PD: Si es con toda la intención y se trata de algún tipo de localismo, mí callar.

    PD2: Si es una "trampa", mí picar.

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  2. ¿Ves? Eso es lo que pasa por no revisar XD Que nadie está libre de dedazos, ya lo dije, y eso, evidentemente, me incluye a mí. Eso sí, si ves que falta (o sobra) una hache, puedes flagelarme XD

    Corregido, gracias ;)

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  3. Joer, es que es verdad que dan ganas de sacarse los ojos con una cucharilla de moka :S

    Y lo del laísmo... estamos trabajando en ello :P

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  4. Yo conseguí superar la tentación con el "llevado ha practicar" y el "a elegido". Pero cuando alcancé el "hacabó" sólo me detuvo el no estar tomando un café y el tener que levantarme a buscar la cucharilla. Claro que, los pobres, casi se me salen solos de sus cuencas :S

    Seh, yo también estoy trabajando en los tiempos compuestos. He trabajado en ello hoy mismo. Y trabajé ayer por la mañana XD :=):=)¿Ves? Lo del día lo tengo pillado (creo) pero ya verás como ahora la pifio en otra cosa XDXD

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  5. Jajaja. Es cierto. Los dedazos y alguna letra indignante, tan poco útil ella que ni siquiera se pronuncia, pueden convertir cualquier texto en un auténtico atentado a la vista. No hablemos ya de esas malditas intrusas, las comas, a las que les da por bailar a su aire, saltando de palabra en palabra por cualquier rincón. Pero también es cierto que la revisión evita esos fallos, a no ser que desconozcas las más mínimas reglas de ortografía y gramática.
    se ve que mucha gente se peló la clase de lengua es su momento. :)

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  6. Seh, tarde o temprano acabarán quitando la clase de lengua. Como la de latín, o la de filosofía. Total, para qué XD

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  7. "Se peló la clase de lengua"... Hmmm suena... perverso xD xD xD xD
    Vale, ya me voy al rincón de pensar :P

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  8. Madredelamorhermmoso... En buena medida seguro que esa oleada de pifias se debe a la sustitución durante agosto de muchos redactores veteranos por becarios. Pero los becarios son licenciados en periodismo -o graduados, o como se diga ahora-, lo que hace le hace a uno en todo caso estremecerse. ¡Cómo está el nivel ortográfico medio de los estudiantes españoles! Jejejeje, y con lo de la "sobrecarga de trabajo" coincido plenamente: yo, modestia aparte, no me concibo poniendo un "hacabado" ni con un hálito de raciocinio. However, las cagadas de "culturilla general" y/o "sentido común" son mis favoritas; tan usual es dar con gambas ortográficas que ya ni sorprende. La de "astrológico" por astronómico" es muy buena, jijijiji. Hace sólo tres días escuché en la radio que "Cada año son diagnosticados en España CUATRO MILLONES Y MEDIO de casos de cáncer de próstata". Mmm... no sé dónde estuvo el fallo, si en un par de ceros de más, si el dato no se refería a España sino al planeta o al menos a la UE (que me da que ni así)... lo que me flipó es que al locutor no le chirriase así de pronto al verlo en el guión. ¿Sabrá que somos unos 23 millones de varones los que habitamos este bendito país? Pero mi Nº 1 sigue siendo una del telediario de La Primera, cuya excelencia profesional se supone es referente en el sector: la hermosa presentadora dijo "blablablá del nuevo gobierno de Irak; entre tanto, en la vecina Afganistán...". Claro, por allí son tos moros destos colgaos, así que caerá cerca. Hombre, y muy lejos realmente tampoco es que caiga Irak de Afganistán, al menos en términos planetarios, pero en rigor el comentario vendría a ser equivalente a decir: "Un accidente ferroviario ha dejado tres muertos en Portugal; entre tanto, en la vecina Dinamarca..."

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  9. Hombre, yo me lo tomo como que vecinos de alguien son... Además, a lo mejor no habla del país: se refiere a una vecina suya que se llama Afganistán. Que si hay por ahí niñas con el traumático nombre de Jessica Dessiré, pues igual Afganistán no es tan malo...
    De todos modos, eso viene porque hay una cierta tendencia entre políticos y periodistas de copiarse expresiones que les suenan chulas y los usan como les cuadra. De ahí que, por ejemplo, últimamente todo sea "presunto".

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