viernes, 9 de septiembre de 2011

Soy lectora


Es lo que mejor se hacer y lo que llevo haciendo desde hace 40 años. Ese va a ser mi papel en este blog. Unas veces comentaré cosas desde el punto de vista del lector puro, y otras como hoy, vendré a hablar de libros.

Como es el inicio de mi andadura en esta bitácora, quiero contaros como fue mi inicio en un mundo tan apasionante como es el de los libros. (No temáis, no es mi intención convertir esta sección en las batallitas de la yaya. Con una ya es suficiente.)

Yo tenía siete años y una hermana de doce. Leía con bastante corrección desde hacía cuatro años, pero hasta entonces me había limitado a cuentos, tebeos y libros infantiles, como era lo normal. Ese invierno habían emitido en TVE la serie de producción propia Los tres mosqueteros. Mis padres, apasionados devoradores de películas y novelas de aventuras de todo pelaje y condición, desoyeron las voces que la tachaban de no apta para niños, y nos dejaron, una noche por semana, quedarnos pegadas a aquella caja cuadrada en blanco y negro. Recuerdo que cada episodio venía comparado con la película de Gene Kelly, de quien mi madre era ferviente admiradora y con la novela, una de las favoritas de mi padre. Aquellos comentarios, silenciados en cuanto acababan los anuncios, acompañados del hecho de ser la única de la clase que la veía, magnificaban la sensación de estar disfrutando de un privilegio inigualable.

Un día del verano siguiente, que pasábamos en el pueblo como todos los años, mi hermana y yo, aburridas, empezamos a caminar sin rumbo por la única calle que lo formaba. Le pedí que me contara una historia, como era habitual, pero en este caso quería una novela de las que ella leía, no un cuento para niños, una como la de la tele que tanto me había impactado. Y ella empezó a contarme la última que había leído, una de piratas: El capitán Blood, de Rafael Sabatini.


Conforme iba desgranando su historia, llevadas de forma mecánica por nuestros pies, salimos del pueblo al rebasar la última casa, y seguimos caminando por la carretera, recién asfaltada por primera vez. Tuvimos suerte de que a seis kilómetros del pueblo nos encontrara el único coche que pasó por allí en varios días. Tan embebidas íbamos en nuestras aventuras, que las horas se habían convertido en minutos, y los kilómetros en metros.

Fue un auténtico flechazo. En cuanto volvimos del veraneo, le pedí que me dejara el libro. Yo quería leer esa novela. Sentía que un mundo nuevo de aventuras, como las que veía en las películas que ponían en la tele los sábados por la tarde y que me fascinaban por completo, estaba esperándome. Los cuentos infantiles no satisfacían esa curiosidad que había despertado en mí la serie de televisión y que mi hermana, al hablarme de sus lecturas, había avivado. Me costó varios meses, hasta navidades, lo recuerdo bien. Pero fueron intensos, vividos con deleite cada segundo que pasaba con la nariz pegada a las páginas y la espalda doblada sobre la mesa. 

Tengo ahora mismo el libraco ante mí, aunque muy deteriorado por el tiempo y las muchas vicisitudes sufridas. Aún recuerdo con emoción la sensación de sumergirme por primera vez en sus páginas. Me pareció enorme, pero pensé, (y fue la primera vez, pero no la última) que a mayor tamaño, más horas de distracción. Es el segundo de los dos volúmenes que componen las Obras selectas de la literatura juvenil, y la verdad, jamás vi un título mejor puesto. En cada tomo, de kilo y medio de peso, encuadernado en tapa dura, muy dura, forrado de tela roja impresa en negro con letras doradas, hay seis maravillosas novelas. En este volumen, en concreto, tenemos El mundo perdido, Hasta el último hombre, El lobo de mar, El honor del desierto blanco y Beau geste, acompañando a la que os presento.

Todas ellas fascinantes, pero para mí, la primera fue y será siempre El capitán Blood.

Esta novela, publicada en 1922, narra las aventuras de Peter Blood, médico inglés que, falsamente acusado de traición, es vendido como esclavo en las islas Barbados. Comprado por el brutal propietario de una plantación, consigue huir de ella a bordo de un barco español que, junto a compañeros de esclavitud, captura durante una incursión a la isla. Considerados proscritos tanto en el Caribe como en Inglaterra, solo tienen como salida la piratería, y a ella se dedican casi en contra de su voluntad.

Maravillosamente ambientada y documentada, es, a mi entender, la mejor de piratas que se ha escrito jamás. Con un estilo culto y elaborado, a veces poético, y a la vez directo y ágil, nos traslada sin casi darnos cuenta al caribe del siglo XVII. Con increíble soltura nos presenta unos personajes vívidos y creíbles, naturales, sencillos y muy reales. En especial el protagonista, que destaca con fuerza inusitada tanto por su personalidad como por su evolución. Las batallas navales están narradas con una elegancia, y una maestría visual que nos hace ser capaces de recrearlas en nuestra imaginación como si las estuviéramos viviendo. Incide, pese a ser una novela de aventuras o quizá por ello mismo, en la forma en que el protagonista asume su situación, y la forma en que intenta mantenerse lo más limpio posible en un mundo sucio y degradado como es el de la piratería. Hay citas impactantes y frases magistrales que nos van sorprendiendo en cada rincón de sus páginas. Y el humor, ácido y mordaz, del protagonista, da lugar a diálogos inteligentes, verdaderos duelos verbales que domina con maestría.

Esta novela, de lectura agradable e innegable calidad literaria, es perfecta para leer en cualquier momento y lugar en el que se quiera disfrutar de un libro que nos traslade a un mundo de emociones y aventuras.

12 comentarios:

  1. Una historia preciosa. Y que además estoy segura de que nos ha hecho retroceder a todos a ese momento en el que decidimos que nuestro primer amor (ese amor que no se pasa nunca por mucho que se amontonen los años) eran los libros.

    Abrazos varios =)

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  2. La pregunta que se me ocurre es si la edición del libro que tienes es la misma que la de la imagen, por pura curiosidad de coleccionista. Por lo demás, la entrada, como bien dice Ni, tiene sabor a eso, a amor por los libros. Me ha gustado mucho, yaya. :)

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  3. Asias a ambos. No, Israel, no es esa. No pensé en hacerle una foto y colgarla, pero me has dado una buena idea.... :)

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  4. Esta es de otro libro que tuve, pero que ya no tengo, creo ;)

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  5. Muy moñas, Shi :)... Digo, muy chulo XD

    Nah, en serio, que me ha encantado. Los libros son la única cosa que puedo decir que aaammm... ammmm... bueno, "eso" en el mundo :) Y lo has contado muy bien :)

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  6. Asias, chicos. Me llena de orgullo y satisfacción haber sido capaz de arrancarle esas dos letras a Adu XDD

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  7. Qué bonita historia. Y muy parecida, supongo, a las de otros como yo que también han amado leer desde que aprendimos a darles sentido a las letras. =)

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  8. Secundo lo de poner las fotos de nuestros libros viejos si los comentamos. Es parte de la gracia ver libros que igual tienes en tu propia colección o que tenían tus padres o que simplemente te recuerdan a la vez que lo viste en una librería.

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  9. Pues voy a ello, aunque sea un poco tarde:).
    Prometo propósito de enmienda.

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  10. Mucho mejor. Se nota que es un libro que ha vivido.

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  11. :) Que ha vivido y que ha hecho vivir y vibrar ;)

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