sábado, 9 de febrero de 2019

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LOS DÍAS DEL PERRO
Kit Reed

La especialidad de la excelente autora estadounidense Kit Reed consiste en poner en evidencia las contradicciones de nuestra sociedad planteando situaciones límite y aparentemente absurdas, pero que resultan altamente desazonadoras por su indudable conexión con la realidad actual.
  
Aquella tarde, cuando Norton Enfield volvía a casa por el parque, estaba contento y pesaroso por no tener consigo a «Dirk». Mientras lo tuviese escondido en su casa, «Dirk» estaba a salvo, igual que todo lo del apartamento. Además, Enfield nunca se sentía cómodo con el; «Dirk» se movía con gracia aterciopelada, sin que apenas bastase la mano de Enfield para sujetar su correa. El joven tenía que reconocer que se sentía más a gusto enfrentado a fotógrafos, desviados y otros diversos peligros, que bajo la vigilante mirada amarillenta del perro. 
Siempre se había sentido inquieto ante el aura de poder comprimido del Doberman, sus colmillos rutilantes, y los músculos tensos y acerados bajo el reluciente pelaje. «Dirk» cuando él y Myrna hablaban, les contemplaba paseando la mirada del uno al otro, y Enfield, más de una vez, había llevado a su esposa a la cocina, a fin de poder conversar con ella a solas. No podía ahuyentar la sensación de que el perro comprendía y desaprobaba cuanto él decía. Sin embargo, con «Dirk» a su lado, Enfield no habría perdido su cartera, ningún canalla se habría atrevido a atacarle y, ciertamente, nadie le habría vapuleado; al contrario, Enfield habría experimentado el placer de ver cómo «Dirk» desgarraba las gargantas de sus agresores antes de que pudieran gritar pidiendo auxilio.
Había dejado a «Dirk» en casa porque Myrna insistió en ello: las brigadas de contaminación empezaban a ampliar sus búsquedas y sus misiones de destrucción, y emboscados detrás de cada arbusto había vigilantes civiles con redes y automáticas bien cargadas. Al salir del apartamento, le pasó por la mente que, si perdía a «Dirk», él y Myrna estarían ya completamente solos, pero Myrna había dicho simplemente:
—No te llevarás a «Dirk», no; al menos, tal como están las cosas.
...

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