-Creo que no es la primera vez que se le previene contra su mal genio -le dijo el padre Lehy al penitente.
-Sí, padre.
-¿Se da cuenta de que el intento fue casi criminal?
-No había intención de matar.
-¿Trata de excusarse? -le preguntó el confesor.
-No, padre. La intención era herir. Me acuso de violar el espíritu del quinto mandamiento de pensamiento y obra, y de pecar contra la caridad y la justicia, trayendo la desgracia y el escándalo sobre mi cargo.
-¿Se da cuenta de que ha roto la promesa de no recurrir nunca a la violencia?
-Sí, padre, y lo lamento profundamente.
-Y la única circunstancia mitigante es que lo vio todo rojo y pegó. ¿Deja a menudo que la razón le abandone de este modo?
Continuó el interrogatorio con el superior de la abadía arrodillado y el prior sentado como un juez por encima de su maestro.
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