martes, 19 de marzo de 2019

¿Sabes la procedencia de este fragmento?

Manos suaves y acariciantes lo recorrían; se detenían en cada pulgada de superficie de su cuerpo.

Jasperodus yacía pasivo, concentrándose en las sensaciones placenteras.

La muchacha era la misma pelirroja que participó en aquella primera limpieza que le hicieron, hacía casi dos años. Ahora que él era amo del palacio, ella se había ofrecido para brindarle sus servicios a diario, y lo frotaba y lustraba para conservarlo majestuoso y reluciente. Obviamente la muchacha gozaba con la tarea, que de algún modo la excitaba. A veces se le ahuecaba la respiración, y ocasionalmente al masajear el bulto metálico de la entrepierna de Jasperodus, parecía dominada por un frenesí momentáneo y recorría el aire con la mano como si manipulara el falo inexistente.

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