jueves, 10 de julio de 2014

FASCINACIÓN Y ADMIRACIÓN EN CIORAN

Carlos Yusti
FASCINACIÓN Y ADMIRACIÓN EN CIORAN

Leí por primera vez a Emil M. Cioran en la década de los setenta y algo. Por esos días sólo holgazaneaba. Sólo me interesaba leer cuanto libro llegaba en mis manos, sin seleccionar ni discriminar nada. Cuando la lectura me cansaba salía, casi todas las tardes, a la plaza Bolívar y jugaba al ajedrez con exiliados nicas, chilenos, peruanos y colombianos. Un amigo chileno me prestó las traducciones en español de los libros "Breviario de la podredumbre" y "Del inconveniente de haber nacido".

Cada libro era un compendio avinagrado de aforismos y silogismos, de variable extensión, que hacían tabla rasa sobre temas, algo manoseados, como el progreso, la santidad, el mal, la historia, la poesía, la muerte, etc. Cioran se burlaba con sarcasmo. Sus puntos de vista eran chocantes y en extremo ácidos. No daba tregua alguna. Sus argumentaciones eran golpes repetidos sin descanso y luego estaba su estilo preciso, metafórico, de una nitidez lingüística sobria y sin superfluos adornos retóricos.
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