— ¿La forma de un cerdo? -preguntó el mandarín.
— La forma de un cerdo -respondió el mensajero y partió.
— ¡Oh, que mal día en un mal año! -exclamó el mandarín- cuando yo era niño, la
ciudad de Kwan-Si, del otro lado de la montaña, era muy pequeña. Pero ahora ha
crecido tanto que le pondrán una muralla.
— Pero, ¿por qué una muralla a tres kilómetros de distancia enoja y entristece a
mi buen padre? -preguntó serenamente la hija del mandarín.
— Esa muralla -dijo el mandarín- ¡tiene la forma de un cerdo!. ¿No entiendes?,
la muralla de nuestra ciudad tiene forma de una naranja. ¡El cerdo nos devorará
velozmente!
— Ah.
El mandarín y su hija se quedaron pensando.
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario