lunes, 25 de agosto de 2014

¿Sabes de dónde es este fragmento?

—Hola, forastero —dijo Sol.
Shirl pudo oír claramente su voz a través del tabique que separaba las dos habitaciones. Estaba sentada junto a la ventana, arreglándose las uñas; dejó caer el estuche de manicura sobre la cama y corrió hacia la puerta.
—Andy... ¿eres tú? —gritó, y cuando abrió la puerta le vio allí de pie, tambaleándose un poco por la fatiga.
Shirl se puso de puntillas para besarle y Andy la besó a su vez, brevemente, antes de entrar en el cuarto y dejarse caer sobre el asiento de automóvil junto a la mesa.
—Estoy hecho polvo —dijo—. No he dormido desde... ¿cuándo fue?... desde anteanoche. ¿Conseguisteis el agua?
—Llenamos los dos tanques y las latas antes de que la cerraran —dijo Sol—. ¿Qué pasa con el agua? He oído algunas explicaciones en la televisión, pero no me han convencido. ¿Qué es lo que nos ocultan?
—¡Estás herido! —exclamó Shirl, dándose cuenta por primera vez de que la manga de la camisa de Andy estaba desgarrada, dejando asomar un vendaje.
—No es nada, un simple rasguño —dijo Andy, y sonrió— Herido en el cumplimiento del deber... y por una horca también.
—Persiguiendo a la hija del granjero probablemente. La historia de siempre—bromeó Sol—. ¿Quieres un trago?
—Si queda algo de alcohol puedes cortarlo con un poco de agua. Me sentará bien.
Cuando Sol le entregó el vaso, Andy sorbió la bebida y se retrepó en el asiento. Pareció relajarse ligeramente, pero sus ojos estaban rojos de fatiga y los mantenía casi cerrados. Shirl y el anciano se sentaron frente a él.
...

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