miércoles, 6 de agosto de 2014

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LA SOMBRA DE PRANTHAS

Shernan Kroll llevaba veinte años en el ejército, en infantería. Siempre en primera línea de combate, sobreviviendo a las múltiples campañas militares que su rey había promovido. Era un hombre recio y fuerte, tanto de cuerpo como de carácter. Un hombre de sólidos principios y una moral inquebrantable.
Por eso, sus tripas se revolvían cuando escuchaba las órdenes que estaba recibiendo de su inmediato superior. Aquello había sido una carnicería, una cacería de gallinas. Tres cuerpos, tendidos a sus pies en mitad del camino cubierto de hojas y tapados con sus propias capas de viaje, le pedían explicaciones. Por eso, apenas oía lo que se le decía.
--Llévatelos lejos y quémalos. No quiero saber dónde. Hazlo bien y rápido. Luego vuelve y serás condecorado como te mereces. Las cosas han cambiado, no podemos anclarnos en el pasado.
Las palabras de su capitán pretendían convencerle de que aquello había estado bien, pero nada conseguiría que desapareciera aquella sensación de asco, que empezaba a revolverle el estómago.
Unos instantes después, observaba cómo dos soldados rasos introducían los cuerpos en un carro y aparejaban el caballo. Kroll veía la escena como si estuviera muy lejos, en un mundo ajeno en el que aquellas cosas no estaban ocurriendo.
...

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