viernes, 25 de enero de 2019

¿Conoces la procedencia de este texto?

A las ocho de la mañana Freiherr Hugo Reiss, el cónsul del Reich en San Francisco, salió de su Mercedes Benz 224 E y subió apresuradamente los escalones del consulado, seguido por dos jóvenes empleados del Ministerio de Relaciones Exteriores, Los subordinados de Reiss ya habían abierto la puerta, y el cónsul entró saludando con la mano levantada a las dos muchachas recepcionistas, al vicecónsul Herr Frank, y luego, en la oficina, al secretario Herr Pferdehuf.
- Freiherr - dijo Pferdehuf -, acaba de llegar de Berlín un radiograma en código. Prioridad uno.
Esto significaba que el mensaje era urgente.
- Gracias - dijo Reiss, sacándose el abrigo y dándoselo a Pferdehuf.
- Hace diez minutos llamó Herr Kreuz vom Meere. Quiere que lo llame.
- Gracias - dijo Reiss.
Se sentó a la mesita junto a la ventana, sacó la tapa de la fuente del desayuno, vio en un plato unos huevos revueltos, se sirvió café de la cafetera de plata, y desplegó el periódico de la mañana.
El hombre que lo había llamado, Kreuz vom Meere, era jefe del Sicherheitsdienst en el área del Pacífico; tenía sus oficinas bajo un nombre falso, en la terminal aérea. Las relaciones entre Reiss y Kreuz vom Meere no eran fáciles. Las respectivas jurisdicciones se superponían en innumerables asuntos; una política deliberada, sin duda, de las autoridades de Berlín. Reiss tenía un cargo honorario en las SS, el rango de mayor, y esto lo convertía técnicamente en el subordinado de Kreuz vom Meere. El cargo le había sido encomendado hacía varios años, y ya en aquel tiempo Reiss había descubierto el propósito del nombramiento. Pero no podía hacer nada. Sin embargo, el problema lo irritaba todavía.
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