viernes, 11 de enero de 2019

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SEGREGACIONISTA

El cirujano miró a su interlocutor sin expresión en el rostro.
— ¿Está preparado?
— Decir preparado es muy relativo -contestó el médico ingeniero-. Nosotros estamos preparados. Él está nervioso.
— Siempre lo están... Bien, se trata de una operación delicada.
— Delicada o no, debería estar agradecido. Ha sido escogido entre un gran número de pacientes y, francamente, no creo...
— No digas eso -le interrumpió el cirujano-. No nos corresponde a nosotros tomar la decisión.
— La estamos aceptando. ¿Pero acaso estamos de acuerdo?
— Si -contestó el cirujano en tono crispado-. Estamos de acuerdo. Completa e incondicionalmente. Toda la operación es demasiado compleja para abordarla con reservas mentales. Este hombre ha demostrado su mérito de muchas formas y su perfil es idóneo para el Departamento de Mortalidad.
— Está bien -concedió el médico ingeniero, pero sin calmarse.
— Creo que lo veré aquí mismo -dijo el cirujano-. Es un lugar lo bastante pequeño y personal como para que no resulte violento.
— No servirá de nada. Está nervioso y ya ha tomado una decisión.
— ¿Ah, sí?
— Si. Quiere metal; siempre quieren metal. -El rostro del cirujano no cambió de expresión. Se miró las manos-. A veces se les puede hacer cambiar de opinión.
— ¿Por qué preocuparse? -dijo el médico ingeniero con indiferencia-. Si quiere 
metal, pues que sea metal.
— ¿No te importa?
— ¿Por qué debía importarme? -dijo el médico ingeniero casi con brutalidad-. En ambos casos se trata de un problema de ingeniería médica y yo soy médico ingeniero. En ambos casos, puedo llevarlo a cabo. ¿Por qué debería pararme en otras consideraciones?
— Para mí, es una cuestión de oportunidad.
— ¡Oportunidad! No puedes utilizar esto como argumento. ¿Qué le importa al paciente si es oportuno o no?
...

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