martes, 29 de enero de 2019

Nota del autor de Los años perdidos de Merlín

Los años perdidos de Merlín
T. A. Barron

No sé mucho sobre magos, pero una cosa he aprendido: están llenos de sorpresas. Cuando terminé de escribir The Merlin Effect, una novela que sigue una única línea de las leyendas artúricas desde los tiempos de los antiguos druidas hasta casi los albores del siglo XXI, me di cuenta de que la historia me había cautivado de tal modo que ya no podía escapar. Cuanto más la seguía, más enmarañada se tornaba. Cuanto más procuraba desentrañarla, más me enredaba ella.
La línea era el propio Merlín. Es un personaje misterioso y fascinador, el mago que vive el tiempo hacia atrás, que osa desafiar incluso a la Triple Muerte y que busca el Santo Grial mientras conversa con los espíritus de los ríos y de los árboles. Tuve que admitir que deseaba conocerlo mejor.
Los estudiosos modernos han argumentado que el mito de Merlín quizá se basó en un personaje histórico real, un profeta druídico que vivió en Gales en el siglo VI después de Jesucristo. Pero eso deben discutirlo los historiadores. Pues tanto si Merlín fue real en términos históricos como si no lo fue, sin duda existe en la imaginación. Allí ha vivido largo tiempo, y allí sigue residiendo. Incluso acepta visitas, de vez en cuando. Y como yo quería escribir una obra de ficción, no histórica, encontré las puertas de Merlín abiertas de par en par.

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